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Mostrando entradas de febrero, 2010

AUTOBÚS

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Ahora mismo no percibo cual es mi realidad. Estoy sentado con una bolsa de viaje sobre mis rodillas. Mi cuerpo se mueve con la inercia del autobús que sale de una estación. Pero no sé a donde voy.

CINE

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Pudo haber sido un jueves de semana santa de hace unos cuarenta años. Podían estar echando, -en Eastmancolor, Technicolor, o Metrocolor-, las películas obligatorias del régimen: Los Diez Mandamientos, Ben-Hur, Cleopatra, La Biblia . O alguna edulcorada como Simbad y la Princesa, La Noche de los Muertos Vivientes, Mary Poppins, Desayuno con Diamantes . El título no me importaba mucho. Siempre entraba al cine Goya, con la película empezada. Al entrar desde la calle, los ojos tardaban en adaptarse a la semioscuridad de la pantalla. El acomodador encendía ligeramente una linterna que tapaba con los dedos, era como si adivinase a donde ibas. Caminaba presuroso, por el pasillo lateral del patio de butacas, y me dirigía a la oscuridad plena de las últimas filas que quedaban protegidas por el saliente del anfiteatro. Oteabas el ambiente, apenas adivinabas las siluetas de cuatro o cinco mujeres. -por lo general, distribuidas simétricamente-. Si había alguna libre te sentabas a su lado. Si est

AROMATERAPIA

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Esta noche me dejaron aquí. Recuerdo que la cama estaba helada, y que sentí el mismo miedo de todas las noches. No recuerdo cuando he muerto para los vivos, ni cuanto tiempo llevo adoptando esta postura de acurrucado. Una vez al día me estiran, me dan dos vueltas o tres, mientras siento el agua fría sobre mi cuerpo, y percibo el olor de los ungüentos. Nada que objetar a esto. Te sientes inanimado. Ningún recuerdo. Ninguna sensación táctil. Ninguna señal que te indique que formas parte de algo. Sólo miro, oigo y huelo. De estos tres sentidos del que más disfruto es el de la vista. Me ubica. Es mi secuencia del tiempo- día, noche y día- Después de embalarme para la noche. Los siento en la otra cama. Jadean. Parece una pequeña pelea. Aparentemente se aman. A ella la disculpo por la soledad que implica mi vegetación. Después de amarse. Ella se desliza en mi cama. Se escurre, y me da a oler su parte más intima. -Yo se lo agradezco con una leve sonrisa-

RSS

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He activado varios RSS, alimentando mi página Web. La pobre estaba un poco triste, con poco color y muchas ausencias. No tenía vida. Digamos que estaba deshinchada. Desde hace unas horas está más contenta. Se pueden ver públicamente muchas cosas de mí. Se accede directamente al sonido de mi corazón, puedes palpar su ritmo, la clase de latido, incluidas variadas extrasístoles, y ritmos sinuales descontrolados. Por otro lado también es visible mi estado de ánimo, los biorritmos en pulsos de gráfica con secuencias cada 28 segundos. Es accesible mi temperatura corporal, con variabilidad cada hora, en gráfico a dos ejes. Se puede saber mi desplazamiento vía GPS, con una exactitud admirable. He puesto en la habitación pequeña una web-cam, visionando un sofá. Cada 23 horas me podréis ver leyendo, o viendo la televisión. Este es mi gran hermano particular. Mi próxima implementación es poder transmitir los estados de mi alma. Un poco más complejo quizás. Pero a mi no se me resiste ningún RS

ARMARIO

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Ayer a las tres de la tarde me volví a meter en el armario. Como están las cosas, tiene muchos beneficios fiscales de contribución, dado que la superficie ocupada es menor. También tiene menos porcentaje de comunidad. El gato escogió el anaquel superior, y yo la parte de abajo. Llevo varias horas viviendo. Al principio no me acomodaba bien. Ya eran tres años viviendo fuera, y ya se sabe, la amplitud tiene sus comodidades. Ayer cené una tortilla de bonito, y el olor era algo cargado. Abrí ligeramente la puerta y se disipó rápidamente. Hoy saldré a comprar comida para todo el fin de semana, dicen que habrá vendaval. Voy a asegurar los geranios que tengo en el balcón. Vivir en el armario no es tan malo, si se lleva con imaginación. Un beso para todos.

PABLITO

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Dicen los profundos conocedores de Homero, –poeta y rapsoda griego, del siglo VIII, antes de Cristo-, que cuando quería inspirarse, atravesaba el gineceo, y lentamente se agachaba en el jardín, absorto, observado por las mujeres, esperando una leve luz de los dioses. Así estaba agachado, hasta que le renacía la inspiración. Y dicen, que después de limpiarse con una hoja de parra, se levantaba, llevando en las manos doce versos de la Iliada. Que malo tenía eso. ¿Acaso la Iliada nos ha olido mal? La mayoría de los poetas han forjado sus poemas en instantes parecidos, ausentes, con la mirada perdida mientras el esfuerzo muscular regula los esfínteres, plasmando la rubrica enroscada sobre el ballico. ¿Y acaso, los poemas de nuestros poetas preferidos nos huelen mal? Dejemos a un lado que los poetas, en general, son una morralla evanescente, creídos, neuróticos, raros, insoportables, siempre esperando que les pasen la mano. Incluso los que fueron asesinados se cagaron de miedo al final de

"LOS RUTIOS"

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Ayer por la tarde, de la que venía de trabajar, pasé por mi vídeo club y saqué dos títulos muy sugerentes: La sinfonía del placer, y la Almeja rosa. Luego me metí en el súper y compré seis de palomitas, una de orejones, ocho botes de cerveza, - por si se me acababa la logística de la nevera- En el quiosco arramplé con dos de barritas de siete cereales, una de fresas pica pica, una de jumbos, y dos de tortitas de regaliz. En el Burger me compré dos dobles con beicon y queso, tres churrusquitos, una de aros de cebolla, y cuatro de papas; y lo que más me gusta, dos de tarta de chocolate, y mucha munición de mostaza y tomate. Cuando llegué a casa con el cargamento ya eran las 8 de la tarde. No hice muchos prolegómenos, prendí el video, metí la de la Almeja rosa, -era la más sugerente- y empecé a zamparme todas las viandas. La cosa es que a eso de las tres de la mañana, me desperté en el sofá con muy mal sabor de boca. Me subí los pegajosos calzoncillos, y a trompicones me tiré encima

BEAGLE

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Desde mi balcón veo el palo mayor de las velas del Beagle. He puesto la tienda en el salón, y estoy rodeado de hojas y plantas extraordinariamente hermosas. Espero contemplar y observar esta parte de la tierra, tan extraña para mí. Mi compás de madera comprueba la dimensión lateral del cráneo de mi gato, y cuidadosamente lo dibujo. Hoy estaré todo el día aquí. Mañana acamparé en la habitación del niño.

AEROPUERTOS

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Mark Waras Flikus , reunió el 18 de Diciembre del año 2009, en su sede de Bridgeport, Connecticut, cerca de de la histórica Captain's Cove, a sus 10 altos ejecutivos, entre los que se encontraban los 4 directores de fábrica para productos de alta tecnología en seguridad. La reunión en un principio tenía el carácter en el argot de empresa de prioridad alta, con todos los argumentos que parecía ser implicarían en el programa de la reunión: alta estrategia de mercado, alta estrategia logística, y sobre todo, alto secreto. (Esto último ya efectivo en la letra pequeña del contrato de todos los sus altos cargos, allí presentes.) La mesa era inmensa, geométricamente una elipse perfecta, que el Presidente de SSIC (Security Systems and Integrated Control), había propuesto personalmente con toda meticulosidad. Con una finalidad única; la de poder observar a todos los presentes. La reunión empezó 12 minutos mas tarde de las diez de la mañana, fijada como hora inicial. Cuando entraron to

HOJA DE ABEDUL

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Soy una hoja de abedul. He crecido en primavera. Puedo considerarme afortunada por lo hermosa que he sido. Tuve una aureola de diente de sierra bordeada en mi exterior. Mi epidermis fue suave como el celofán, y mis nervaduras eran semejantes a una espina de pez, simétricas, a ambos lados. Siempre pensé que las otras hojas me tenían envidia. Transporté la savia mejor que nadie y por mi parte inversa y oscura, circulaba el oxigeno a raudales. He tenido la suerte de crecer en la parte alta de una rama esplendorosa. Por las mañana mi figura se veía reflejada en la corteza blanca, y he visto de cerca los plumajes de gorriones y tordillos; y algún azor ha estado aquí oteando presas de conejos. Han pasado muchas noches y días. Me han soplado aires del nordeste. Mi vaina se ha agitado bruscamente. Algunas veces me he creído morir antes de tiempo. Soporté la nieve, enormes gotas de lluvia, y los golpes del granizo. Algunas veces me sentí deprimida y sola, viendo como mis envidiosas compañe

CRISTAL

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Soy W. A. Morrison. Llevo muchos años acudiendo a todas las citas propuestas, con cierta lentitud en el tiempo, y muy desfasado en la exactitud que debe presidir cualquier encuentro que se precie. En las citas de amor, soy tremendamente exacto. No exculpo si ella llega tarde, aunque sus razonamientos premeditados traten de inventar disculpas. Siempre me gustó lo exacto. Lo armónico. Todo esto me obsesiona. Muchas noches siento vibraciones globales sobre mi cuerpo, que aunque puedan deberse al síndrome del Túnel Carpiano, me invitan a razonar sobre su oscilación, elongación, amplitud, y sobre todo, lo que más me interesa, su frecuencia. Totalmente perceptible cuando bebo agua, y veo como en la superficie del vaso se forman unas pequeñas ondas milimétricas, de exactitud infinitesimal. Creo que debo razonar y meditar. Se me vienen infinitas ideas a la cabeza, de cómo recoger este mensaje de la naturaleza, y poder transformarlo en algo que sea mensurable. Lo que está claro, es que no

QUIZÁS

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Cuando estés leyendo esto, yo te estaré mirando. Ocurre que puedo levitar en silencio y me sostengo en el aire como un ave de rapiña. Cuando pases por aquí, y leas esto, no sé que pensarás, ni cuales serán tus sensaciones en lo que llevas adelantado del día o de la noche. Preveo tu postura inclinada, la luz que te ofrece tú ordenador, el ambiente que existe entre tú y el universo. Cuando estés leyendo esto, yo ya puedo estar muerto, o lleno de deseos. Por si acaso dame tu mano. Estírala virtualmente, déjame sentir tú calor, la agradable sensación de que aún me queda un hálito de vida. Cuando estés leyendo esto, en este mismo instante, tú y yo seremos diminutos, y quizás ya estemos muertos, sin ninguna dimensión que nos defina.

EL BMW

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…me he dejado barba, pero ya te cuento…había dado cuatro vueltas a la manzana, con mi R-9, TS, del 82, bien conservado, iba a la gestoría , “Selohacemostodo”, de la zona del Empalme, cerca de la antigua Estación de La Renfe, aparcar en la Manzana del Empalme, se las trae, el caso es que a la quinta vuelta veo por mi lado un hueco, con su rayita azul, como para coger dos coches, meto el intermitente, y empiezo la maniobra para aparcar, hostias, tío, en esto llega un BMW, pintadito de color mierda, recién estrenado, habría costado doce kilos, de los de antes, por lo menos, y en un abrir y cerrar de ojos se me mete allí, me quedé flipando, se bajan dos pijos trajeados se ponen delante de mi, me hacen una rabila y lo del dedo del urólogo, y encima me dicen, tiralo pringao, y se van, pues sabes, di otras cuatro vueltas y no volvió a aparecer hueco igual., y la cosa me urgía, volví al barrio de las Mil, metí el R9 en el garaje, paré un taxi, y con el rabo entre las piernas, dejé l

EVANS SCHULTES

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Esta mañana al levantarme descubrí en mi pequeña terraza a Richard Evans Schultes. Estaba de espaldas, y entre la penumbra que producía la luz de mi habitación vi como manipulaba unas hojas de geranio. Sentía el sonido de su pequeño mortero machacando las hojas en un cuenco de madera. Cogió hortensias y algo que llevaba en los bolsillos y revolvió el ungüento. Vi como se daba la vuelta y en dos pasos estuvo ante mí. Desde mi cama aprecié sus pequeñas gafas y sus largas manos emponzoñando un dardo. En el bolsillo de su chaqueta asomaba una pequeña cerbatana. La sopló ágil y el pequeño dardo se incrusto sobre mi vientre. No pude apreciar más. Me encuentro aquí paralizado, con los ojos abiertos, sin poder moverme. Mientras mi gato olisquea mi cara.

LA NOCHE

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Sin duda alguna la noche puede ser infinita cuando no duermes. Es como si pudieses ver el ojo enorme de Dios. La cabeza se convierte en deforme teatro de saltimbanquis. Pasan historias que has vivido, y caras con las que nunca has soñado. Valoras sucesos inmediatos. Eróticas ensoñaciones con seres que algún día te abrazaron. Y te quedas quieto por si acaso te duermes. Y te quedas quieto por si acaso la última ilusión no te ha convencido. Qué extraña es la noche. Que larga. Qué noche sería la de aquellos que esperaban la muerte en el paredón a las 6 de la mañana.

GRITOS DESESPERADOS.

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Llevo dos años viviendo sólo y es indudable que no me arreglo igual que antes. No soy organizado. Sólo hay que verlo. En mi casa suelen entrar pocas personas. Pocas, no. Diría que ninguna ha pasado de la puerta. La abro un poco para mirar quien ha tocado el timbre y sólo si me resulta familiar. Si me traen algo lo cojo. Si me tienen que decir algo lo escucho. Si tengo que firmar algo, no lo firmo. Si miro por la mirilla y me parecen sospechosos, no les abro. Si son del Servicio Social, los mando a tomar por el culo gritando detrás de la puerta. Si aporrean la puerta, los dejo hasta que se cansen. Lo único que me toca soportar es el guirigay de los niños a la salida del colegio, lo odio. Es la única atadura temporal a parte del día y de la noche. Debo de llevar veinte días aquí. No lo recuerdo bien. La última vez salí por comida, llené el arcón de paletillas de ternera, y a eso de las tres de la tarde volví a bajar para comprar vino y latas de conserva. De farmacia ya me queda poc

EL DE LA BATA AZUL

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No sé qué día desperté a las tres de la mañana. Pongamos un día cualquiera. No importa. He perdido esa dimensión que llaman tiempo. Ya no es mensurable para mí. Ocurre que ya no soporto recordarme. Y mi problema, ahora es dejar la mente en blanco, o lo que se dice para describir no pensar en nada. Aunque no sé si alguien habrá conseguido esto. Pensar en blanco no es pensar en un tendal blandido, porque eso ya es pensar. Pues que me digan cómo. Me han admitido por causas que desconozco. Por “episodios”, caracterizados por sentimientos ansiosos y diversos síntomas concomitantes, (palabra extraña), con desviaciones somáticas a escalofríos, palpitaciones, agitaciones estomacales, falta de apetito, y sin iniciativa. Al de la bata azul le hablé que no me apetece moverme. Andar desde aquí hasta allí, para qué. Doblarme para qué. Sentarme en el water para qué. Y el de la bata azul masticaba un lápiz. Y me comía con los ojos, pero no pensaba en mí. Había entrado una zorra de culo alto, y bue

EL MAIZ

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Cuando mi padre le pegaba a mi madre, yo salía corriendo a esconderme. Corría y corría ladera abajo, mientras miraba al río, luego, exhausto me sentaba entre el maíz, y allí parecía que se terminaba mi universo. Si eres niño y te metes entre el maíz descubres un mundo extraño entre un bosque de tallos. Fue el dieciséis de julio cuando mi padre le dio la paliza más grande a mi madre, ese día, ni si quiera lloraba mientras corría, pero el maíz ululaba, las hojas sonaban a papel de caramelo. Aquel día se acabó el cielo, porque me tendí boca abajo y me quedé dormido. No se el tiempo que pasó. No lo sé bien. Tampoco sé si había maíz, o era el agua del río.

ENSOÑACIONES

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Me propongo poneros aquí, la página 689, de mi diario. Con esto no quiero demostrar ninguna dotación literaria, totalmente descartada, por mis años. Aquí, os describo científicamente, un sueño erótico que me persiguió desde el estreno de la segunda versión del cartero siempre llama dos veces. Pues bien, esa ensoñación post vigilia, me vino en innumerables ocasiones a la memoria, en inolvidables días, mientras vivía con la parienta, y después, años después de vivir sin ella. Bien. Ayer jueves por fin lo puse en práctica, con un rollete de infancia, encontrada, de años atrás, con Matilde, eminente colegiala del catecismo, y demás soledades. En una de sus visitas lo premedité todo, …sería después del desayuno, y fue después del desayuno, no cuento prolegómenos, salivación de 230ml, (aproximado), de caldo vaginal, con sabor entre melaza y harina de pescado, la cogí con cierta violencia, sorpresa imaginada en sus ojos, la levanté con fuerza sobre la mesa de la cocina, su trabajo me costó, t

EL TERRITORIO

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Hace ya tres meses que me dejó mi mujer. Eso se dice. Dejar es abandonar algo. Olvidar. Tuvo muchos motivos, según lo que releo en este documento plagiado de otros. Cosa de jueces. Hace tres meses que duermo sólo. Y puedo contemplar con extrañeza por qué se dice dormir juntos. Roncar. Hacer la sillita. Clavársela por atrás. Sentir la humedad. Pero si lees esto pone textualmente. Entre otras cosas. “Comportamiento animal.” Y qué hacía yo. Nada. Mi preconsciente. Mi incosciente. Mi consciente. Unidos por una tubería. Y qué culpa tengo. Todo fluía. Si lees textualmente otra frase. “Su comportamiento se volvió muy extraño cuando llegaba a casa.”. ”La olía”. Y qué culpa tengo. “La esposa sospechó que le derramaba gotas de orina sobre la ropa interior”. ¿Alguien me lo mandaba hacer?. No lo recuerdo. Pero yo lo olía cuando ella llegaba a casa. Hace ya tres meses que duermo sólo. Y ahora por la ventana me molesta la luz. Ya es por la mañana. O quizás es de atardecida. La verdad. No lo sé. Y qu

EL MOROLO

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Franco, José Antonio, y Don Joaquín, el maestro.. Detrás había una estufa de leña que soltaba olor a pino, con un tubo curvo que salía por un cristal roto de la ventana. En otoño los árboles de fuera se agitaban como si fueran cientos de manos, todos pelados, menos un boxe mutilado y anárquico. El maestro hablaba del último decenio de historia, mientras yo trataba gozar del cielo. Si hablaba de religión el infierno lo asociaba al abismo, al peligro mortal, a cómo escapar de la condenación. Y el tiempo pasaba y pasaba, mientras la estufa soltaba un vaho de humo tras la ventana. Íbamos con Dios y disparados, cuando Don Joaquín levantaba la mano y apuntaba a una puerta de arcos ojivales, con dos hojas, que apenas dejaban espacio a la barahúnda. Salíamos como poseídos, corriendo con los maletos, por la rampa, hasta el hórreo de Hortensia, escondiéndonos entre los pegollos. Muchas veces estaba allí el Morolo, babeándose, sentado sobre las trabes del hórreo, con los pies colgando. El morolo

LA VIRGEN

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El día no era malo, Por el Castedón había tímidos rayos de sol, y la niebla ya se quitaba, cuando mi padre entró en la cuadra y me soltó a la Torba,(la del badajo con collar de filigranas), luego salieron la Mocha, la Torera, y la Xatía, todas eran cabañesas. Mi madre me preparó un fardelo con dos buenos trozos de pan de centeno, unas lascas de tocino entreverado, dos peras conferencia ,dos manzanas de sidra, y un puñado de castañas cocidas. Aquel día el río en el Barranco tenía un rastro de color de plata, que brillaba extraordinariamente. Cambiaba según íbamos pasando las revueltas hacía el Foxo. En los berzales de Anita la Coxa había cantidad de tordos, con guirigay, alguna golondrina primeriza zigzagueaba con vuelos rasantes y veloces. En las casas de Carzol salía humo azul y recto que perforaba la niebla en un juego de mezcla de colores.. Por Cabaña asomaban nubes pechugonas marcadas sobre el azul, algunas oblongas como si reposaran resbalando sobre las laderas de los Buitres de S

EL MASTIN NAPOLITANO

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Acabo de salir del médico del seguro, y me aumentado la dosis del Prozac, a una pastilla más. Eso es que no ve bien. Antes de volver a casa pasé por el cementerio de Deva para ver la plaquita del niño. La he limpiado, y le eché agua al guindo que escogió Orencio. No tiene bien las hojas. A mi me gustaba más la hoja del cornejo, es más grande y le caen menos. Luego me pasé por Poago, a ver a Kaiser a la perrera. Aún no lo han matado. Al verme se subió con su patas sobre los barrotes de la jaula, está sucio y tiene los ojos muy tristes, nunca lo sentí aullar con tanta pena. Le llevé unas alas de pollo. Tiene dos heridas en el cuello, y el hocico reventado. Me dio mucha pena y me volví a casa. A Orencio le pusieron Dosulepin, y anda a trompicones. No lo quitaron del camión. Reparte por Lugo de Llanera. Yo a lo que más miedo le tengo es a la autopista, a que de un volantazo. Ayer cuando cenamos se le cerraban los ojos. Ahora no llora tanto como antes. Yo lo que quiero es no recordar,

LOS CUERVOS.

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Ahora estoy aquí sentado sobre saliente del ábside al lado del presbiterio de la iglesia mientras hacen la misa. Los vivos están ahí, pero sólo pueden ver los cuervos revolotear. Están posados tras el cristal policromado de una claraboya profunda y circular. Lo llevaba pensando desde hacía varios meses. Había días que lo meditaba con mucha intensidad, hasta casi llegar a la obsesión. No fue una acción repentina, algo que decides sin venir a cuento. Fueron casi dos años desde que me vino a la cabeza esa idea de acabar con todo. Cuando piensas en eso, tienes algunas veces momentos de irascibilidad con los que te rodean, como si los culparas, de que para ti no hay salida por ningún camino posible ni figurado. Y te surgen esas reflexiones de llevarte a varios por delante. Considerando que su culpabilidad hubiera sido manifiesta, en la causa directa de tú autodestrucción. Los prolegómenos son extrañamente metódicos. Digamos que es muy mental. No obstante, lo difícil en estos casos es escoge

LA TORTILLA ESPAÑOLA

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Quizás eran las tres de la mañana, cuando me desperté sin ningún motivo aparente. Últimamente duermo entrecortado, a saltos, y me quedo despierto largas horas. Desde que me dejó mi mujer, instintivamente estiro la mano y compruebo que sigo sólo. Eso es algo que trato de olvidar. El martes pasado, sucedió lo inesperado. No fueron ruidos habituales los que subieron de la planta inferior. La planta inferior parecía extrañamente habitada. Sentí pasos, la radio encendida, y una tenue claridad asomaba por el inferior de la puerta de mi habitación. No soy dado a los estremecimientos, pero de repente me asaltó una inesperada angustia, con irracionales pensamientos, sobre cosas de las que no creo en absoluto. Pero la realidad era otra, y la interrogante inmediata existía: Cómo estando yo sólo podía sentir vida en la planta inferior, siempre inanimada. Me armé de valor, nervioso, me puse la bata, me calcé las zapatillas y comencé a bajar a oscuras. La luz que estaba encendida era de la cocin