DESEA.



Es la gloria suprema, levantarte,
descongestionar el pasillo,
y en esa vuelta acordarte de que existe la cocina
y de un largo sueño
que aún espera que lo lleves al olvido.
Contemplarte sólo en el espejo
sin miedo a quedarte quieto, a la locura,
sentarte en el trono de los dioses,
cagar despacio porque quieres hacerlo,
suave, sin prisas.
Así,
convencido de que tu has sido,
el que ha ordenado el hermoso trance
de abrir tus fauces.
Celebrar la noche como prueba superada,
contemplar tus restos devorados,
quizás al mar,
elevarte sobre tu agradable olor,
hermética la linea pectinea,
porque tu sentido común
paradógicamente
llenarse de mierda
ya desea.



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