LAS COSAS.
Sek:-He de decirte, que como amante eres como una lija del catorce. Tus manos son como alicates, y me haces desfallecer. Tampoco haces bien las pajas. Lo único que me gusta es comer tu coño, lo húmedo que se pone, y lo salado que está. No me pellizques más las tetillas cuando me ponga duro, o te daré una hostia. No sé si lo entiendes.
Del techo prende una lámpara diminuta, y sobre la mesita una especie de quinqué hace acrecentarse una sombra grotesca. La cabecera de la cama da a un fondo verde. Hay dos mesitas de color blanco y una cama de escasa altura tapada por un edredón decorado con redondelitos azules. A las tres de la mañana no es una hora usual de que él permanezca ahí, acostado, con el pretexto de quedarse leyendo la prensa en su portátil. Su postura habitual es recostarse sobre un mullido cojín contra la cabecera. Cuando ella se acercó soñolienta al despertar y sentir su falta al otro lado no quedaba mucho para llegar a las tres. Lo vio en aquella postura, las manos ingrávidas reposando sobre el teclado, los ojos cerrados como dormido con la cabeza ligeramente reclinada hacía el lado derecho. De la comisura de sus labios entreabiertos se desprendía una leve humedad viscosa. Y al tocarle el hombro su cabeza por una débil estabilidad se reclinó al sitio contrario. Sus ojos permanecían casi cerrados. A ella le recorrió un escalofrío que la hizo despertarse del todo. Era un extraño presentimiento. Su tez estaba apagada como si llevara el color de la muerte. Hubo una rotunda casualidad al desprenderse su mano deslizándose del teclado. La pantalla del ordenador se abrió lentamente a un azul oscuro, apareciendo aquel sorprendente diálogo:
Mara: - Dime, cielo.
Sek : - La próxima vez me la chupas un poco, ¿vale?. No te daré asco, no.
Mara: - ¿Estás, ahi?
Mara: - ¿Estás, ahi?
Mara: - ¿Estás, ahi?
Mara: - ¿Estás, ahi?
Mara: - ¿Estás, ahi? Abre el teléfono para llamarte, no me dejes así.
Mara - …
Ella se sentó en el borde de la cama unos instantes. Reposó su cabeza sobre las palmas abiertas de sus manos. Luego se levanto, y caminó despacio hasta la otra habitación metiéndose de nuevo medio tapada por las sábanas.
Hacía mucho frío.
Hacía mucho frío.
A sus ojos llegaba una suave penumbra.
Y despertar para no crecer, sin ansias, sin silencios perpetuos, sin rastros por donde todo se traslada.
Sin consecuencias, sin sobresaltos.
Hay cosas inertes que no puedes ver, y deseos que no consideras.
Es mentira que todo esté quieto.
Sek :- Quédate conmigo para siempre sin aburrirte al doblar las cosas.
Comentarios
Besos
Y si es una muerte dulce...tiene sus ventajas.
Un beso.
Eres patético. En estos tiempos una de cuernos.
Y encima se muere el tío dando consejos.
Es asqueroso el cuentillo.
Yo a ti te quiero en el 2012, ya lo sabes.
Acabaré contigo… de gusto, ya sobras.
Quién seas.
Sólo gracias por leerme.
(sólo a eso, descuida)