Entradas

NO QUIERO LEER TUS LABIOS.

Imagen
Las gaviotas están ahí arriba y gritan como condenadas. Me vienes a los cinco minutos con aquello de que no estás segura, y digo yo, pues como que ya llevamos diez años así, y hasta antes de esos cinco minutos eras tú la que me insistía: tienes que decidirte de una puñetera vez, esta situación yo no la aguanto, el polvete de los miércoles el polvete de los domingos, ya no aguanto más, no sé a lo que juegas conmigo, te resulto comodona. Por encima de mí ventana hay como una visera de piedra que se está resquebrajando, por ella crece una planta enredadera en plan silvestre que da unas flores pequeñitas, y enfrente hay una panadería un bar sidrería y una droguería. Cuando estoy en la ventana tú a veces me coges por detrás y siento la piel de tus piernas contra mi culo. Eres una indecente. Llevaba esperando a que te decidieses y me contestas eso, que no estás segura pero te aprietas contra mí, me gusta cuando me frotas la pelambrera de tu coño, qué salvaje, como está húmedo tengo la impres

LOS OJOS DE PERRO.

Imagen
A mi los ojos de los perros que salen a la carretera a morirse no me gustan. Tienen una tristeza que no podría soportar. Incluso si un niño hambriento te mira. Incluso un anciano con toda la carga de somníferos. Pero los ojos de un perro, así vistos, pueden dejarte con un agujero para todo el día. Es eso del alma que dicen que da pena. No digo los perros falderos con las uñas cortadas, los lame coños, los mete mete. Digo los perros sin nadie, los ves por ahí jugando con los niños, a niños que tienen los ojos tristes jugando con perros con esos ojos. Tú a Mónica la tienes con los ojos tristes, tira por el carrito del niño con parsimonia, como una autómata. Y me parece que no son cosas de estos tiempos. La llevas por ahí, muy bien puesta, eso sí, pero le veo los ojos tristes. "Enjaezada", sí; pero chico. Y ella a ti te lleva como un marimbo. Y el niño con bordados por todos los sitios como el niño de La Virgen María. Ayer iba por la calle y viene aquel capullo con la ch

U 235.

Imagen
Me dijo Mendeléiev que en tú anillo llevas Laurencio. No ha sido una sorpresa. Ya lo había notado. Tienes esa virtud patética de enseñarme el dedo, cierro los ojos y esimismado lo siento. Eres una artista. Pero no me habías contado lo del Laurencio. El medidor Geiger pita como una locomotora en un paso a nivel. Deberé pedirte que para la próxima te quites el anillo. En estos jueguecitos vamos a ser francos. Si persistes, yo me colocaré una bola de uranio doscientos treinta y cinco. Sospechas bien.

WINDSUF.

Imagen
La tarde está como para encenderle una cerilla. Explotaría. Por encima cientos de gaviotas presienten que algo pasará, y se cagan de gusto. El mar está más plano y brillante que los azulejos de un ministerio. Se palpa en el cargado ambiente que hoy nos ducharemos por última vez. La gente está ansiosa por chapotearse. Somos como niños. En la playa, como si se hubieran vuelto locos, todos fornican. Sólo hay que pedir permiso a cualquier espatarrada. Es así de simple: ”Por favor, si no le importa, puedo metérsela, será un momento”. “Sí, por supuesto, me bajo el bikini, tómame.” ¿Tontona, te la clavo? Es como si fuera el juicio final. Todos lo saben: sólo tenemos dos branquias y además olemos y comemos por ellas. De repente, hacía poniente, se ve aquella hondonada en el mar. Un hueco, y un pico. Gigante. No sé cómo decirlo, “ansi de grande” .Por fin ya está llegando la arbolada perfecta. Ágilmente la cabalgo. Ahora mismo voy sobre la cresta del tsunami, y no sé dónde acabaré, menos mal qu

SERÁS DE OTRA.

Imagen
Antes de que Eiffel empezase a colocar remaches, Ella ya llevaba aquella coraza de hierro, al solape, sobre su corazón. Me hizo tanto daño porque soy muy romántico y enamoradizo. Muchas veces buscaba azucenas por las rendijas de los edificios oficiales para llevárselas a su oficina… Era altiva. Su papelera, un vergel de flores regaladas. Su oficina olía a cosmética antiarrugas y a pétalos marchitos. La máquina de las fotocopias funcionaba como si imprimiese billetes de quinientos, a turno continuado, yo pasaba con fajos enteros, una y otra vez, por si la rendija de su puerta me dejaba ver sus piernas. En el organigrama soy un puto corre ve y dile (todo junto). La nada, cósmicamente hablando. Le mandé el primer anónimo por Pentecostés. Te quiero. Secamente. Quiero decir rotundo, pudiera haberlo escrito un coronel de infantería. No fue un mensaje tipo avioncinto Concord, iba claramente en el porta firmas. Yo reparto los garabatos de un lado al otro y se lo puse en un folio reciclado escr

PROPPER.

Imagen
Cómo era aquello que le decía que me daban ganas de matarla a besos, o que la iba a desgastar con la lengua como a un caramelo de palo ¡Pero qué va! Cuando venía en el tren siempre era en el último vagón, y yo pasaba revista a todos los que habían trabajado y caminaban por el andén, se les notaba con aquella cara de serios. Pero algunas veces también venían viajeros que reían. Entonces aparecía ella con aquella sonrisa, y yo ponía la cara de Mister Propper, el que dibujan los niños con la risa mucho más para arriba que como salía en la tele. Abrazarla, era para que me oliese a camelias, y luego le ponía mi boca en el cuello, y me venía aquel impulso, me crecían los colmillos y la mordía y le chupaba la sangre. Al final, ¡qué va!, no la mordía, sentía su perfume, y el resto del olor, y me ponía tonto, tonto, con la cara de Mister Propper a lo tierno Esas cosas no se olvidan. Aún está el reloj. Del andén no queda nada. Bueno queda la fachada de ladrillo. Ayer estuve allí. Cerré los ojos,

FILLOAS.

Imagen
Ayer para cenar comí de postre Filloas con licor de orujo y naranja amarga. Dos platos. Tengo esa bola en el estómago, no sé en que parte, me palpo en todos los sitios. Esta mañana Agustina me arrimó el choto al culo, y no pude. Veía a otro conmigo que se aprovechó. Me da que soy dos. Llevo tres días pensando eso. Ayer cogí la carroceta y me largué hasta Peneda; afané un abedul para madreñas, antes de que fuese el guarda. Al volver por Laboreiro, si que éramos dos. Fijo. Y ya no hay vuelta atrás: Somos yo y otro. Y el otro es el que más contenta deja a la Agustina.

EQUINOCCIO.

Imagen
Dos años más tarde que aquella última vuelta de la tierra, en el equinoccio de septiembre, tuve una duda de qué hacer con mi vida: Puedo hacer esto puedo hacer lo otro. Ya sabes. Se llaman proyectos. Pero un día que estaba sentado frente a las cortinas de mi habitación, no había otro paisaje, o quizás lo había pero no me daba cuenta, me vino aquella sensación de que ya no necesitaba mi vida. Razonas. Para eso está el Dosulepin, lo haces en el ámbito de su efecto. Si yo no necesito mi vida, ¿quien puede necesitarla?, regalarme a alguien es dejarles un muerto. Soy un mamón. Aquel equinoccio tenía una circunstancia extraña. El atardecer era como si hubiesen sacado doscientos pintores del paro y le hubiesen mandado pintar de rojo lo que se veía. Se veía muy largo y ancho, lo alto era lo rojo, y por abajo toda una franja de color vino. -¿Son rarezas?. -¡No, son dudas muy raras! Unas veces sí, otras veces no, con todo soy igual. Deprimirse en una cola de hombres y mujeres, sin saber qué hace

FÍSICA.

Imagen
Pues como que no era capaz de entender la teoría de la relatividad; y de que la gravedad era una onda electromagnética. Llegué a esa edad en que memorizas lo que no entiendes, te das de hostias en la cabeza mientras miras el cielo tras la ventana, y es como si rezaras el rosario, no entiendes nada. Pero tú me gustabas. Lo notaba en la entrepierna cuando me quedaba pensando en el otro mundo sólo contigo, igual que los asnos. Algunas veces me iba hacer una paja al baño y tú te reencarnabas para facilitarme la labor; así descubrí la nebulosa Águila, cerrando los ojos mínimamente mientras me corría. Desistí de todo a esa edad en que eres un polvorín, y me amenazaron con echarme de casa. Mi habitación era el bunker más robusto del Cinturón de Hierro , en mis ventanas cuatro nidos de ametralladoras, luego en las paredes The Doors tapándolo todo. La gravitación universal se iba y se venía. Alguien le había complicado la vida a Newton; la física cuántica tiene esas cosas que no se pueden medir

UN BESO.

Imagen
Yo estaba esperando aquel beso toda la vida, sabes lo que es toda la vida, pues es toda la vida. Muchas veces por aquel valle que imaginaba volaban mariposas de color rojo oscuro y amarillo (también alguna pardilla). Todo lo que veía era inmenso, llegaba desde un lugar a otro lugar como en una fábula. Pero el beso nunca me lo dabas. La ”seño” tenía una blusa de color veis, levitaba entre los pupitres porque yo no le veía las piernas y siempre que señalaba en el mapa te señalaba a ti. Dibujaba el valle como si tuviese todas las estaciones, por unos sitios nevaba y por otros el sol derretía la nieve, y por otros el agua corría para agitar una gran rueda de molino. Y seguía esperando que me dieses aquel beso. Tan modosita. Llevabas una chaqueta azul y trenzas tan largas que parecía que nacían de la tierra, y tú eras una rama de coletas. Cuando dabas la vuelta hacía atrás no sé si me mirabas o te hacías la niña loca. Yo quería dibujar el paisaje más hermoso para dártelo. Le puse un arco ir

EL FREGADERO.

Imagen
Estaba sentado allí con cara de jabalí a eso de las nueve de la noche, esperando, con dos cuartillos de vino de Pitarra. Las noches por el verano vienen de no sé que lugar lejano. Ella avanzó hacía su espalda como si hubiese un terraplén, con aquel plato de canelones humeando, en equilibrio. El jabato coge el tenedor con un puño, estilo gladiador, sin decir nada mete uno en la boca, así caliente, casi flotando como un grumo, paladea, y le dice aquello: hija de puta, esto lo va a comer tú puta madre, ya estoy harto de decirte que los quiero muy cargados de orégano, albahaca y tomate, ni les pusiste la puta guindilla, la próxima vez te los estrello en el patio de luces (digamos que era una expresión coloquial de pura rutina). El paladar es como el mar degustando aguas fecales. El jabato dominaba los gustos. Decía de coña conocer el sabor del aire, y el olfato de la nada. Y presagiaba en el ambiente las subidas de humedad y la electricidad estática. Pero había otro trasiego lleno de frene

PALOMAS.

Imagen
A mi todas las palomas juntas me parecen insoportables. Si hay tres o cuatro y alguna es blanca lo llevo mejor. Si hay alguna anciana que deja caer un sobre lleno de arroz, como que iba por allí, me vuelvo histérico. Yo paseaba por la calle, iba catatónico, caminaba como Macinger Z, digo inestable, si te pones a sembrar trigo así daba yo las manos Pero a pesar de tanto movimiento tenía la impresión de que no avanzaba. De repente llegué a una plaza que era redonda, en el medio tenía un sol hecho de mármol y los jardines tenían forma de agroglifos, estaban diseñados por extraterrestres. Al llegar allí todas las palomas levantaron el vuelo. Era una sensación acústica repentina de agua estrellada y vuelos trepidantes. Yo siempre me sentaba en aquel banco después de apartar las pipas. Iba allí porque tú lengua aún estaba entrando en mi boca como si me metiesen la polla de un mandril. Tú lengua era como un desatascador, succionaba. En aquel banco es como si aún hubiese líquido prostático y f