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NO HAY PEOR COSA QUE UNA MUJER DECENTE.

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Loverinbaby cogía la baqueta sin ninguna finura, como una sucia barriobajera, incluso te hacía daño de lo apresurado que lo hacía, era como una serie de fabricación, lo escupía todo sobre un orinal de loza lleno de estrellitas, y llamaba a otro. Hubo un tiempo en que sentir era pernicioso, aún hoy lo es cuando te acucia esa necesidad que tienes en los momentos extraños en los que piensas (cuando ves ojos hermosos en la calle), que subir a ver a Loverinbaby era una solución corriente, rápida y económica si necesitas caricias. Si vienes de trabajar y te tiras del autobús entre las hojas del otoño y vas desesperado es conveniente redimirse, y subes a la fábrica de Loverinbaby, una norteña echada en años que no se pinta la boca, y que se ha acortado el pelo para no tener que ponerlo sobre la nuca. Como si fueras al dentista o al peluquero, Loverinbaby es una profesional, te coge la polla de la misma forma que un desatascador, te la manosea un poco si está flácida, si estás demasia

DEDOS.

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Empiezo a tener síntomas de la dichosa dehiscencia folicular y necesito que alguien me meta el dedo, y que perdure el dedo, y que me remuevan sigilosamente mucho tiempo metido allí. He sacado un capote inglés extraviado desde ayer, tirándolo por la ventana sobre el toldo de la cafetería las Pérgolas. Mi marido, aparte de inofensivo, es un olvidadizo. Añil el día; (él) todo el día fuera, es como si tuviera ansiedad y sólo veo dedos. Tengo muchas horas por delante para abrirme el corazón y las piernas.

DOS ESTADOS.

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ESTADO UNO. Pues también recuerdo que una tarde vi una serpiente de esa forma que andan las serpientes atravesando los caminos en medio de Junio y en medio del camino, así, no sé cómo decirte, pon el brazo haciendo vaivenes y los dedos juntos y tu pulgar debajo de los dedos, me es indiferente la derecha o la izquierda, y ahora la mueves ondulando; así iba la serpiente, como tú mano, por el medio, burlando piedras, temerosa; y eso que era una serpiente. Yo era niño e iba caminando con los libros de la escuela en una maleta de madera que tenía un tulipán dibujado en la cubierta, no intentes hacer de niño porque no lo conseguirás, el caso es que era niño e iba por el camino, y vi una serpiente como tú brazo zigzagueando, como si te hubieras acostado sobre el suelo y quisieras asustarme. Me quedé en el medio del camino, ese era el punto, y me entró un gran susto, quizás fue esa cosa en el estómago que era el miedo. Salté hacía atrás. Y entonces en aquella tarde de junio el viento se arremo

GARRULO IMAGINATIVO CASADO Y BARBUDO.

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Perdóname, ¿vale?, sólo te he pedido que me dejes afeitarte el coño, no es nada del otro mundo, que te tires en la cama y te abras las piernas y que me dejes y que me dejes y que me dejes posarte la espuma Gillette , y que me dejes y que me dejes y que me dejes repartírtela con los dedos o la brochita, y luego pasarte esta Gillette Fusión Power; qué no tengas miedo mujer, que no es un anuncio , es que me encantaría, y te prometo que no te cortaré; por estas, ¿vale?, que no te cortaré; su eficacia es casi infinita en cualquier inclinación . No te pongas así, ¿vale? ¿vale? ¿vale? ¿vale? Anda mujer, desnúdate, ponte la bata y ábrete de piernas. No quiero llamar otra vez al misionero , es que me aburre cuando me empuja el culo. Cuando estés rasuradita, te lo como te lo como te lo como y te lo como ; ya verás como te gusta y quieres más. -Con Gillette Fusión y espuma Gillette, no se te resistirá. -¡Garantizado !

NO HAYA OTRO MUNDO PARA VERTE.

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Perduras. Y te me haces en mi boca como si fueras un caramelo de vainilla. Y te recuerdo cuando íbamos a donde el agua era como orujo, traslucido, que en cada gota iba un reflejo con nuestras caras dibujadas, tus coletas no cabían, tus ojos eran así, no sé cómo decirlo. Y olía a alcohol y a hierba buena. Y luego las chimeneas, que en Noviembre dejaban humo muy largo encogiéndose por el viento en una carretera infinita que sobre el cielo parecía un rastro difuminado de pensamientos. Y ya estábamos enamorados como si el mundo fuera a acabarse y en el coche de línea llegase Satanás para santificarnos por todos los segundos de los segundos, no hacía falta contar por siglos. Y estabas allí con tus manitas en forma de corazón que me apretaban despacio para transmitirme latidos y latidos. Y éramos niños de hace tantos años que apenas si existimos. Y no sé nada de ti. Y te recuerdo, por si acaso tengo que morirme, y no haya otro mundo para verte.

COMIDA.

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He devorado un trozo de sentimiento como si fuera un solomillo poco hecho, a trocitos.Me había sentado donde servían cosas realizadas con amor, con un toque de comida llena de colores, como un Miró de viandas en una fuente plana llena de filigranas; y como no había guarnición te metí en el plato, y estabas cojonuda, te comí como si hubiera ido al Polo Norte y hubiera vuelto en unas horas, sin levantar la mirada, sin encontrarme con tus ojos. Ahora te reposo, te llevo aquí dentro y pienso regurgitarte para recordarte y ponerte otra vez en mi boca. -Son cosas de sabores. -Sería dichoso no volver a tener hambre. -Me da que no tengo para pagar la cuenta.

EL NIÑO QUE TENÍA LA CARA DE UNA POLLA.

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Ayer vino de Utebo la prima Clara, le trajo aquel cuento de boca a la Mara, pues no es por nada, pero a tú niño se le está quedando cara de capullo, qué para que, fíjate en esta foto lo guapa que está quedando mi Marinita. Cuando llegué traía la espalda como una tabla de saúco, dolorida, la excavadora me está moliendo a palos, olía mucho a café, y aquel guirigay, las dos en la cocina tiradas por el suelo agarradas por los pelos, los cubiertos hechos añicos, amos amos amos, qué hacéis, se llamaban de todo, de hijas de puta para arriba, yo ya sabía que al niño le llamaban caracapullo en la escuela, pero por lo menos ahora está gordito, hace un año estaba tísico con piernas de alambre, y eso que ya va hacer la primera comunión en la iglesia Mudéjar, la que está desgastada por el pico, enladrillada, y tiene una cúpula que no sé como se sostiene, a Servandito le compramos un traje de marinero y un escapulario de madera y un misalito con tapas de nácar, con un corte de pelo a lo orinal

PÚRPURA.

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Había un atardecer de esos que tienen todos los colores en uno sólo, eso que es azul, luego un poco rojo y todo se acaba difuminando en blanco para pasar al negro más absoluto. Bueno, quiero decir eso, púrpura; para que te lo imagines. Yo estaba allí sentado sobre la hierba pensando que tenía que volver a la ciudad aunque nadie me esperaba. Si vas a ver un atardecer habitualmente hay un precipicio, una atalaya y muchos más locos desesperados mirando aquello tan indescriptible y único. Te haces reflexiones. Por un lado no puedes dejar tú mente en blanco. Tú y los otros locos mirando, ah, y los enamorados como flotando en el deseo y en cosas de la carne. Pero el atardecer cambia, va presumiendo de colores, hasta morirse el horizonte sobre un manchón muy negro. En estados existenciales, nuestra mente sólo administra sensaciones. El estado existencial es una alucinación de la realidad. Si giraba ligeramente mi cabeza, la ciudad estaba allí a lo lejos como un carrusel de luces de colores. U

SOBAOS DE ASTORGA.

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Tengo mi casa llena de sobaos de Astorga de tanto que he pasado por la caja del Mercadona para mirarte a los ojos. Ahora que te lo he contado ya lo sabes. Y no me da vergüenza decirlo: me jarté de sobaos. Caminas aún como si me llevaras metido dentro de ti, y yo ando alelado con esa risa beatífica a lo Murillo que me pones, como si anduviera encantado por el don del amor. En el autobús se me aprecia un aura de santidad con cierto resplandor fosforescente, y me dicen, oiga, usted es un santo, con esas pupilas tan dilatadas, porque cuando me mira usted se me quitan las penas, tóquele a mi niño en la cabeza, lleva desde hace dos semanas unas anginas de caballo; pues póngale cataplasmas en los cojones, no te jode, con la pécora, o lléveselo a Benedicto (el dieciseis). Pero si es que sueño que te llevo la polla metida hasta el mismo anillo del condón, aquí al lado del conductor urbano, y como se mueva mucho a tirones palante y pa tras y pa los laos, creo que me voy a correr de gusto sob

PARA SABER QUE AÚN ESTOY VIVO.

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Con una mano voy comiendo pistachos dorados y con la otra llevo a mi abuelita cogida de la cintura, mi abuelita es muy menuda, y yo no tengo otra cosa que hacer que comer pistachos y ponerla sobre una silla mirando a la ventana. A la abuelita le pasas la mano como si fuera un limpia parabrisas y no se inmuta, no se le mueven los ojos, los labios los tiene un poco abiertos y se le cae un hilillo de baba transparente, mi madre le pone un pañuelo y un rosario entre las manos, pero es un poner por poner, o por la costumbre de cuando hacía aquel bisbiseo e iba contando las perlitas hacía un lado. No sé cuando morirá mi abuela. -¿Y si se muere pronto? Mi madre me dice que si se muere mi abuela las vamos a pasar canutas. Me llamaste tú por la mañana ya lo he visto en mi móvil, pero como que hoy no puedo ir, estoy viendo las flores rojas de los geranios de la ventana, y el edificio de enfrente, y

CELOSON.

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Llegó; y así según venía la besé y mi lengua recorrió todo su paladar, incidiendo mucho en los molares y premolares. Yo la beso así, por si encuentro a alguien escondido, y mientras lo hago registro palpando su ropa: algunas llevan al otro debajo. Luego me dio la mano y le miré las uñas con las gafas de cerca por si había rastros de piel, siempre quedan restos de caricias (escamas del otro), los hay muy sucios que tienen la piel como la lija del catorce. Y la olí como un perro. Allí mismo. Es conveniente debajo del vestido, y por la zona de la bragueta (si llevan pantalones), quedan miasmas, efluvios de perfume corpuscular en la zona de las ingles. Hay hombres que se perfuman por ahí, para que se la mamen más a gusto (a pesar de todo, ella no me parece una mamona, pero no me fío). Su bolso. Dame el bolso, anda, mujer, siempre me gusta mirar lo que llevas; y dame otro beso, esta vez méteme tú la lengua, tengo que revisar tú frenillo. Y el paraguas. Ábrelo. Dijo Noviembre que nos poní

Y NO DILATAN.

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Le estuve dando por el culo a un extraterreno pero no me gustaba nada. No hay como lo de este mundo. Siempre me decía, pues yo soy de la galaxia Seyfert y allí lo de darnos por el culo es algo muy normal. No hace falta pedir permiso. Para entendernos yo le llamaba Ciclotrón, por la forma que tenía de moverse, como en círculos ovalados, con movimiento armónico acelerado, eso lo hacía pero que muy bien. Lo de moverse. Lo que no me gustaba era su boca, sabía a silicona de sellado, muy mineral, tirando a barro de camino, ocre, nada que ver con sus pedos que olían a uvas machacadas. Lo bueno que tenía eran sus orejas, en la última envestida las cogía a dos puñados, y daba aquella voz sintetizada, como diciéndome: ahí, aguanta ahí, dale ahí. Los cuerpos cavernosos se me ponían hinchados como las croquetas de la abuela. Me viene un día, búscate a otro, a mi no me jodes más. Fue una mañana de Septiembre, lo recuerdo, gris militar en el cielo, en el parque Güell , se sentó sobre un lagarto