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Y SÉ QUE ME VAS A PERDER.

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Debajo de ese rostro tan acicalado sé que estás tú; y debajo de esa tez morena sé que existe un pálido místico, casi mortecino. Al besarte queda en mi boca un rastro cosmético irrepetible, y de ti se impregnan en mi piel perfumes inigualables, una senda incolora, cristalina, que percibo en mi mismo y me delata. -So puta, que me quieres arruinar la vida. Por las Santas Flora y María fue cuando sujeté la escalera de tijera para que tú ordenases las cajas del anaquel llenas de legajos históricos de la Santa Inquisición, pulcramente atados. Vi tus pantys negros y me imaginé que no llevabas ropa interior, quiero decir debajo. Por Santa Flora fue. Le hice el redondel al día veinticuatro (al levantar las hojas de hace tres meses lo he recordado). Cuando estaba así mirando debajo de tú falda pensé en tus piernas palillo y en los restos de comida de mi muela del juicio, de lo finita que eres. Y es que eres fea de cojones. Pero sabes, cuando te abrazo siento que no tengo casi nada entre mis braz

LO SIENTO AQUÍ Y ME DA ANGUSTIA.

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Era un paisaje y no estaba adivinado. Lo sé bien. De antes. De ahora. No estaba presentido, dibujado más allá de los ojos como cualquier raya infinita que nos hace dudar sobre el horizonte, interrogándonos sobre distancias, o preguntándonos detrás de allí qué existe. Eso es cierto. Sólo son reflexiones. Pero cuando me trae Lidia, yo no le pregunto por ese paisaje. Ahora me recreo en la inercia del movimiento, y los olores, o el tacto de sus manos debajo de mi brazo, o su compasión. Entre el edificio de Correos y el banco Pastor, el sol zumba a las once y yo grito esto es el cupón recalcando las sílabas. Estoy en el portalón del Mercado del Sur y debe sentirse mi voz, oigo otras voces y pueden ser flores lo que huelo, pescado, pan de leña y humo de tubo de escape. Mi solapa es como un anzuelo y alguien tira y me dice: déme este. Un vagabundo aristocrático bajaba doblegando ligeramente la espina dorsal por la calle Fundación. Debía de ir repleto de nada, también llevaba una c

HOY NECESITO VER EL MAR.

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Y además hace mucho tiempo que no te veo, y me da que esto es la distancia; para nosotros es el cosmos de tan alejados que estamos. Hace tanto tiempo que no veo tus ojos viejos que ha llegado el cansancio a los míos. Quiero perderme por las calles que frecuentabas por si ya estás de vuelta y se te ocurre amarme otra vez. Y miro al cielo y hay Dios. Y vuelan altas las nubes con su peso de algodón, y yo no sé que pensar, y me quedo quieto a recordar por si vienes frente a mi. Pensar en la muerte es horrible. Sucede que aún debo amarte y esto es un impulso, esto es por si la calle te devuelve. Y si ha sido la muerte no hay nada más que contar. Hoy necesito ver el mar.

ES PARA ELLA POR SI ALGUNA VEZ QUIERE VOLVER.

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Yo no creo que los santos lloren, pero una vez vi a una mujer llorar lágrimas de sangre antes de ser Santa. No distinguía bien lo que sucedía delante de mí, me desplazaba y los demás se desplazaban. Veía a la imagen bambolearse por pasos indecisos a través de la pendiente y por un momento creí en el milagro. Mi Señora de toda la vida era la Santa. Sí, la que me hacía aquellas albondiguillas de redondez perfecta, manufacturadas a lo monja, apelmazadas con harina y un movimiento de sobaco. Ella, iba allí, y me miraba con la cabeza vuelta por un raro sortilegio, mientras por encima de mí había una nube azulada y un silencio que no estaba roto por la nada (la nada es muy ruidosa aunque parezca lo contrario). Era una marianidad, y como tal había aves que no conocía, aves de colores hermosos y llamativos, que habían retornado de aquel paraiso primigenio. No gorriones, extrañas aves  revoloteando, gorjeando en círculos perfectos sobre su cabeza. Luego estaba aquella luz que irr

Y ATO CABOS.

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Azucena me había dicho que se había roto el himen por una separación brusca de los muslos, que se había caído a horcajadas sin empalamiento que no había habido antes penetración lúbrica, y que muchas veces le daba por el onanismo solitario. El caso es que cuando se la metí la cosa fue como pedro por su casa y me dio por primera vez aquello de los celos, y le dije que lo iba a mirar, y que diese la luz del techo, y le metí el dedo por el culo para verlo por la vagina, y cuando lo vi aquello estaba como una flor sin pétalos, hermosamente de color carne, sin un rastro de sangre. Yo ahora me mezco al lado de las troneras del carbón y tengo esta cosa aquí que me empieza a carcomer. Aún me huele el alcanfor de la camisa de la boda. Ha pasado el mulero de la Vaguada con troncos de abedul y las mulas se reían. Le estoy dando vueltas a nuestra historia, y ato cabos.    

UN HOMBRE ES UNA PUTA MIERDA.

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No es que tenga ganas de enfurecerme, pero te recuerdo tanto que me fatigo pensando. Y se me viene tú presencia como si fueras un holograma. Antes de levantarme estiro el brazo todo a lo largo y no abarco nada, y es como si abrazara un trozo de frío porque se me queda la piel blanca. Los lunes uno tarda en ponerse el piloto automático. No recuerdo cuando fueron los últimos gritos. Lo que recuerdo es el último polvo con gusto. Me viene aquella sensación de haberme tirado de ti como si me fuera la vida, y es que boqueaba como un pececito. Los coitos interruptores te llenan de angustia, te sientes tan mal como si cometieras un asesinato. Y otras veces la fundita se rompía. Y claro. Un día tras otro se fue acumulando la tensión. Besar tú piel con ansia era embarazarte. Y lo curioso de todo esto es que por lo visto no te preñaría ni todo el bloque. Siempre se entera uno tarde. Levantarse sin tener a donde ir es un fastidio. Y si al hacer el reconocimiento a todas las estanci

Y SI LEVITAS ES QUE ERES SANTO.

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Se nos pasan algunos detalles que no podemos ver, son sutilezas, un simple rozamiento o cuando el aire frío te da en la cara, o cuando presientes, sin motivo, que algo va a suceder. Son como estados de alarma o estados del alma. Me llamo Remigio y hoy creo que he levitado. Eso es una sensación. Estaba en el pasillo y la niña marchó despavorida dando gritos buscando a su madre. Cuando retornaron ya estaba con mi bata, en posición erguida y simplemente apoyado en el suelo. Aurora le dio un guantazo a la niña, y yo le reprendí. -Si es verdad, si es que estaba raro; como si no pesase. Al ser domingo tuve que salir por el periódico y logré ponerme los calcetines de pie; por otro lado estuve meando durante veinte minutos para quitarme una erección natatoria poco antes de salir. Bajé con normalidad hasta el portal y cuando llegué a un adorno de arbolillo de plástico que hay debajo de los buzones sucedió de nuevo el fenómeno, sentí que me faltaba el rozamiento y que me elevaba dos pa

LA CARGA INANIMADA.

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El día está increíblemente azulado. He considerado que es el momento de sacarlo de casa y llevarlo muy lejos. Así que me dispongo a realizar un acto deleznable. He borrado de mi cabeza cualquier atisbo de conciencia. Alrededor de mi casa hay muchos tipos de árboles y monte bajo. Parten senderos hacía todos los lugares posibles. Cuando abro la ventana unos desconocidos hablan con otros desconocidos y todo parece simple, hasta los mismos gorriones me lo indican, que me deshaga de él. Deseo que esta sea la última vez en que lo vea ahí tendido. Comienzo a vestirlo despacio con ropas de abrigo, no deseo que el frió lo coma a las primeras de cambio. A duras penas he podido bajar las escaleras que dan a la cuadra para atravesarlo sobre los lomos de la mula parda y taparlo con un saco de arpillera. En estos instantes me siento tremendamente cansado y con un gran nerviosismo en mis piernas. Al salir al camino de piedra y hierba los desconocidos ya se han marchado. Ascendemos d

QUE FALSO ERAS, JOHN LENNON.

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Cada vez que releía el guardián entre el centeno me entraba aquel sopor de hombre inacabado y miraba al techo por si había algo olvidado entre aquellas líneas que me hacían reflexionar. Mi héroe de infancia había sido Batman y después otros muchos héroes que había ido apilando sobre los estantes. Ensimismado con sus aventuras, siempre buscando aquellas alegorías que los hacían triunfar sobre la maldad. Cuando cayó entre mis manos el guardián entre el centeno descubrí imaginativamente a los héroes de pacotilla que en la antigüedad se llamaban juglares. Cuando me entraban aquellas crisis me encerraba en mi habitación y me colocaba boca arriba pensando en cuanta desdicha y mal fario de mis héroes actuales, cantantes y petimetres que desgranan palabras baldías en defensa de los más deprimidos de los hombres. Vomitaban palabras venditas por sus bocas y luego cagan oro a borbotones por el agujero del culo. Me obsesionaba Lennon, el gafitas, el metamorfoseado unas veces con barba desc

ESCRITO POR: "FERNANDO TRÍAS DE BES"

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El hijo de un hombre rico abandona los estudios. Su padre le dice que debe buscarse la vida, y el chaval decide montar una panadería. Como necesita financiación, emite unas obligaciones que sus vecinos de escalera adquieren. Cada una vale 5.000 euros. El panadero les devolverá 5.400 euros dos años después. Como el padre es rico, los vecinos entienden que su dinero está garantizado.   Al cabo de unos meses, la panadería no va bien. El panadero trabaja poco y no está muy pendiente de sus clientes, ya que dedica mucho tiempo a operaciones inmobiliarias, que, según parece, es un sector muy de moda donde trabajando poco ganas mucho dinero. Dicho esto, aunque renqueante, la panadería todavía funciona.    El vecino del primero primera, temeroso de no recuperar su dinero, decide vender su obligación por 4.800 euros. Puso 5.000, así que perderá 200, pero mejor eso que quedarse sin nada. Se la compra el del ático, quien cree que el padre empañará las deudas de la panadería si ésta c

MI CARA ESTÁ COMPLETAMENTE FRÍA.

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Caminaba por un bosque lleno de hojarasca con un leve rastro de escarcha sobre el color amarillento de las hojas. Pisaba aquel sendero con manchones de moho verdoso y gran cantidad de árboles a los lados de tallos casi inabarcables revestidos de enredaderas de hiedra. Y percibo el cielo sobre mí y la rectitud de las formas que se precipitan geométricamente rectilíneas, y mientras camino, los ruidos se hacen con un eco extraño, el graznido de las aves parece sonar dos veces, y la brisa que mueve las ramas roza sobre mi piel, dejando mi cara helada........ ...... ...... Me da que en estos momentos no voy a escribir nada de provecho. Tengo esa sensación de mirar hacía todos los lados con la esperanza de que se me ocurra algo. Restriego mi cabeza y doy vueltas y vueltas a los recuerdos, a hechos presentes, a personajes, a la filosofía de la vida, a lances de amor, a sucesos intratables y violentos, a mi vena escatológica. Y nada. Me autoelocubro y me despedazo, y no sale nada. Me dan ganas

SI ES QUE ESTO ES PURO BAUDELAIRE.

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Tú te metiste el nuggets de pollo, el complemento de cherritos, dos multifrutas de zumo, un vaso grande de cerveza, dos minisundae de plátano, y como tenías más hambre repetiste una amburguesa de beicon con queso, bien sazonada con mostaza, y para quitar el sabor final pides otro minisundae cambiando el aromatizado a gelatina de fresa; y me dices luego: acábate el café con leche, ahora ya podemos subir a follar. Recuerdo que salimos de la mano y te tiraste dos pedos, eso fue real no una sensación; fue en la misma puerta del Mcdonald’s. Como no había ascensor subíamos unas escaleras desproporcionadas,en cada descansillo entraba algo de claridad por unas pequeñas claraboyas que imitaban una lágrima. Cuando llegábamos al bajo cubierta mi brazo me dolía de tirar por ti igual que a un sherpa de Katmandú. Y había palomas sobre la claraboya y en todo el tejado se oían con ese gorgoteo que tienen las palomas acurrucándose unas contra otras. Lo otro que subía nítido era el ruido de la call