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RAMAS BLANCAS DE GINERIO.

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Cuando Erika me pasaba por las pantorrillas aquellas ramas de ginerio comenzaba de nuevo la ceremonia mensual. Antes me había desplazado con la parsimonia que da la vejez por toda la avenida Puertollano hasta un tercero derecha, en el número treinta y ocho, entre un puesto de pan y un kiosco con muchas golosinas de colores. La habitación tenía dos escasas ventanas tapadas por cortinas romanas caídas hasta el suelo, y sobre ellas unos cortinones de terciopelo brocado de varios colores dejando una penumbra de arcoiris que cuando traspasaba la puerta, me daba la impresión de entrar en un hermoso templo en donde se reencarnaran la mismísima diosa Gea , o las desastrosas y perversas Moiras. Me había recibido previa cita con su pinganillo portátil, su gorra de las SS , su corsé de cuero, y unas bragas tan ceñidas que parecía que iba a explotar de un momento a otro. Era, dijéramos, muy neumática y extensamente grácil de movimientos. Y al abrirme la puerta se estaba corriendo por teléfono con

SEA MÁS CORTO.

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Estaba tan cerca de mí que me parecía imposible que hubiese ocurrido hay momentos en los que naces para eso y vives instantes en los que ciertamente el tiempo tiene la singularidad de la inexistencia era el momento tan esperado desde hacia tanto tiempo que nada de lo que me rodeaba me importaba ficticiamente le miraba a los ojos y se fue acercando y yo también me fui acercando y cuando te acercas así es como si fuerais a encontraos al mismo meridiano de Greenwich por cualquiera de sus alturas tuve aquella sensación que daba su boca y sus labios y todo me volaba o daba vueltas podrían haber girado y girado palomas como en esas películas en donde pasan rasantes en forma de estampida cuando te encuentras en un parque y estás en el medio del Retiro allí donde el Ángel Caído esperando con la boca así a que alguien te de un beso los locos tenemos esa forma de concebir los hechos los estados los instantes si eres un esquizofrénico puedes pensar en desorbitar los momentos modificarlos a tú a

GOTAS DE AGUA BENDITA.

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En aquella época andaba tan salido que hacía muchos poemas. Mis poluciones nocturnas eran tan abundantes que mi madre tuvo que tirar el colchón. Lo sacamos por la noche a la calle Constantino, porque tenía vergüenza de que nos viesen los vecinos. Lo dejamos arrimado a la caseta del transformador. Tenía dibujado de color amarillento: África, Oceanía, Europa meridional, la cordillera de los Andes, el cuerno de África, Arabia (incipiente). El colchón estuvo hasta el día de San Amado, el 20 de Febrero, lo habíamos puesto un 28 de Enero el día de santo Tomás de Aquino. Nadie sospechó nada. Lo acabaron recogiendo unos gitanos de Villacajón. En mí habitación había mucho frío y humedad; también tenía un orinal porque no teníamos baño. Por las mañanas lo tirábamos sobre un montón de estiércol que daba a un pequeño gallinero destartalado en nuestra casa del Fumeru. También había una tienda de ultramarinos que vendían arena para limpiar el planchón de la c

COSAS TAN TRISTES.

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No había nada que la que la defendiese, sólo sus dientes que estaban cerrados, y un temblor que denotaba miedo. La estancia tenía paredes tan débiles que se escuchaba el viento de inmediato y otros susurros; todos escondidos en cualquier parte, rodeados de miseria y de trastos miserables. Cuando la noche llega la miseria es más efectiva y desolada. Había salido de la madriguera de su mujer como un animal que tiene luz en los ojos y la boca seca. La niña de apenas doce años en su camastro miraba una esquina en la que se dibujaba un clareón de luz. Lo sintió acercarse y pensó que era una sombra en forma de serpiente. Sitió que otras manos sujetaban sus manos y apretó los dientes para que su padre no la besase en la boca. No había gritado ninguna noche. La miseria tiene estas cosas tan tristes.

Y NO QUISO VOLVER NUNCA.

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Hubo una vez que me emborraché porque tenía ganas, -no era para olvidar-. Whisky de garrafón al más puro estilo, y no era para olvidar. Tenía fuego en la cara y me fui al mar por el camino más corto, se me ocurrió caminar sin rumbo, y llegue a la misma hora en que el mar se encogía lentamente. Ya estaba allí, y sin remedio tuve que mirar toda la parafernalia de colores. Era el mar: yo a las olas las veía como labios con carmín blanco, trasparente a veces, las olas tan penetrantes e insistentes sobre mis pies descalzos. Y era el frío. En la arena blanda una mano que se hundía debajo de mi huella, no caminaba recto, mis pies eran manos posadas, y, a barlovento una tormenta, cien soles en uno, los labios de Dios empujando los colores para despejar todos los fríos de febrero. No era para olvidar, ya estaba enamorado, me quería a mi mismo repleto de palabras. Palabras por aquí, por allí, a borbotones, miles de palabras describiendo imágenes, sensaciones que no era capaz de encajar ni relata

CREO QUE ESTO YA LO HABÍAN CONTADO.

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Debo darme prisa, ya quedan pocas historias, casi no hay historias, podría no haber historias, entonces, sólo debo contarte lo que me pasa, entonces, si has venido a verme y vienes con lúgubres sensaciones, debes hacerme una sanación, pon tus manos sobre mi entrepierna, es así, tan duro como te lo digo; la historia, es eso tan manido, que no hay historias: que no hay historias, que no hay historias, que no hay historias, Te lo dije imperantemente repetido. A veces llovía de esa forma tan insidiosa que el paisaje no existe porque una cortina diáfana y gris lo cubre todo, digo todo: parques, avenidas, el fondo de las ventanas, las tapas de los libros, los libros abiertos; hay sonidos amortiguados por la lluvia, y, sobre todo, ángeles en forma de vapor bailando sobre la copa de los árboles, también en la ciudad; Entonces. La historia empezaba así porque yo lo quise, era mi historia, y aún no había personajes. Yo estaba imbuido, inmerso en la historia de las historias, y debía darme prisa;

YO EN ESTA ESCENA NUNCA DIJE NADA.

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Dedicado a   Xurxo Cagrriza Xacobe, natural de A Fonsagrada. Muerto por violencia de género en Noviembre del 2019, -va ahora para dos años-, y que no sé si tenía culpa. Ayer vino mi santa a verme. Mi santa lleva cuatro años sin vivir conmigo pero de vez en cuando viene a verme. Algunas veces viene a verme aún no estando yo en casa; y lo sé porque me huele a ella nada más abrir la puerta. Y cuando ocurre eso, pues pienso, ya estuvo la santa aquí. Ayer domingo por la mañana vino mi santa y yo estaba en casa, concretamente desayunando en la cocina. Entra la santa, y nada más entrar no me da ni los buenos días, me dice aquello: esto huele a perro muerto . Yo estaba de espaldas a ella, ella avanzaba por el pasillo. Me imaginé que para alguien que entra de la calle las casas pueden oler a cualquier cosa, pero no a perro muerto , cuando te dicen eso es que el que entra no viene con buenas intenciones, por eso me extrañó aquel insulto tan desagradable. Siempre pensaba que ella me seguía amand

ALGUIEN HA ESTADO ALLÍ.

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Uno por uno es uno, uno por dos es dos, uno por tres es tres, uno por cuatro es cuatro. Y que fácil. Recordar eso cuando estás a punto de morirte. Y una estufa en el centro de la escuela quemando leños de castaño, con una chimenea que daba vueltas como una serpiente y salía por un cristal roto soltando humo azul entre las ramas de un roble.Mi escuela era una tartana zíngara y viajabamos por todos los oceanos aprendiéndonos todos los golfos, estrechos, todos los mares. Y yo tenía un amor, y no sé por qué ahora mismo lo recuerdo, y me está mirando. Alguien habla. Tú escuchas su voz en esa posición. Pero hay más. La habitación pudiera estar llena de gente. O puede suceder que no haya nadie. O puede suceder que sólo el silencio roto por algo que rasga, por algo que se desliza, por algo que roza el techo, sea lo que escuches, y no sientas que nadie habla. Porque estás absolutamente sólo, boca abajo, sobre la cama. De cuando quedé dormido. De cómo y en que forma cerré los ojos para q

Y ME QUEDARÉ MUERTO AHÍ MISMO.

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Hoy no sé lo que voy a escribir pero estoy haciendo un cocido de garbanzos, me dio por eso. Abrí la nevera y encontré varios huesos no sé de qué animal, previsiblemente ternera o cerdo, y un chorizo, es lo que suele haber; también había cuatro zanahorias, perejil muy seco, una solitaria cebolla, cuatro puerros, y en una bolsita de la lacena la medida de una taza de garbanzos. Tengo que decir, que esto está al revés, lo primero que encontré fueron los garbanzos, es decir, la causa fue encontrarme con los garbanzos de morro, cuando no los buscaba, y eso originó el efecto, hacer un cocido de garbanzos, y desencadenó todo lo que os conté al principio. El diagrama de flujo sería: (Coordenadas espacio tiempo)Sin quererlo ---> encuentro garbanzos-->busco el resto de componentes --> empiezo a cocinar garbanzos. Ya sabéis como es eso -si os ponéis a cocinar garbanzos ,encontrar la paciencia-. A los garbanzos hay que dejarlos remojando casi ocho horas, lo pone en el manual de cocinar g

ROMPERLO.

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Es una casualidad que tenga que hacer un poema de amor tan apresurado, se dice: casualmente lo pensaba en este momento; y es que estás tú. Será el doscientos ocho billones un millón cuatrocientos mil noventa y ocho registrado por la humanidad con copyright de autor, por si las moscas. Y digo. De esta cantidad ingente, se descuentan: poemas de desamor; los oníricos deslumbrados por mensajes celestiales; poemas en actos posesivos; los que te dicta la tristeza; poemas por ansiedad; los que te comenta la locura; si eres un asesino y eres poeta; si eres un predicador y engañas; si dejas rastros vocalizados de Satanás y hablas como los ángeles sobre un cajón de cerveza; aquellos que dices sin mirar a los ojos; aquellos que te salen por rencor cuando te aplasta el cielo; poemas con ideario político; poemas sociales para agitar a las masas; poemas con metáforas; poemas melódicos muy repetitivos; poemas de presidiario; poemas cantados al mar que no tienen fondo de atardecer: -y y y y etc etc et

SI QUIERES PUEDES ROMPERLO.

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Es una casualidad que tenga que hacer un poema de amor tan apresurado, se dice: casualmente lo pensaba en este momento; y es que estás tú. Será el doscientos ocho billones un millón cuatrocientos mil noventa y ocho registrado por la humanidad con copyright de autor, por si las moscas. Y digo. De esta cantidad ingente, se descuentan: poemas de desamor; los oníricos deslumbrados por mensajes celestiales; poemas en actos posesivos; los que te dicta la tristeza; poemas por ansiedad; los que te comenta la locura; si eres un asesino y eres poeta; si eres un predicador y engañas; si dejas rastros vocalizados de Satanás y hablas como los ángeles sobre un cajón de cerveza; aquellos que dices sin mirar a los ojos; aquellos que te salen por rencor cuando te aplasta el cielo; poemas con ideario político; poemas sociales para agitar a las masas; poemas con metáforas; poemas melódicos muy repetitivos; poemas de presidiario; poemas cantados al mar que no tienen fondo de atardecer: -y y y y etc etc e

CÓMO ME SABES.

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Te escribo desde aquí. Llevo dos horas encadenado a un poste del teléfono porque quiero verte, y doy voces como un poseído por esta injusticia. Los municipales sólo atienden crisis nerviosas, no crisis de amor, y los del cero noventa y uno pasan de largo.Me preguntaste: y si me apareciera por la noche qué me harías , y yo te dije, te empalaría, ya me entiendes, finamente te la metería por atrás, según llegas, a la izquierda, contra la pared, y sobre tú misma nuca te empezaría a decir, dime si me quieres porque yo te quiero, sí sí sí, pero no te has aparecido; y este poste alquitranado y la cadena de buey me están jodiendo la espalda. Debo gritar más. Pasa una señora con un coche de niño. Lleva en el cochecito un armario entero de ropa, y dos cómodas, y me mira a los ojos y sus ojos llevan un mundo escondido que sólo enseña al amanecer porque a esas horas se le sale todo el sufrimiento, de tanto preguntarse quién es a si misma, de tanto contestarse que no lo sabe. La viejecita me huele