ESPERA.
No has de morir sin un último recuerdo. Sin rastro de mi vida, nada para guiarme, en un ficticio retorno. Perdida la costumbre de abrazarme a ti por la espalda, en todos los tiempos en que cansado y sólo de cualquier regreso, en que por costumbre, buscaba tu silueta. Las piernas son para eso, te acercas, las manos en el contorno de ti, y los ojos casi cerrados para soñar que percibo el calor que me daba tu compañía. Abierta la puerta para alejarme retornar a la ausencia, al conocimiento, como antes de un fusilamiento la última brisa sobre tu cara. Ayer no estabas, sólo la luz del día, la sombra del día con su luz, otra luz. Caminar y recordar, pasos con su lentitud, el olor que desprenden las cosas, y luego, por unos instantes, sentarme a esperar, por si volvieras.