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Mostrando entradas de diciembre, 2021

SORTILEGIO.

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   A mi lo incierto siempre me parece cosa que ha de venir. Sin previo aviso. Entonces, he de verme los ojos sin mucho miedo. Sin comparanza. Del miedo, de ese miedo en los ojos que surgían al atardecer de los que se sabían muertos al alba. Para tristeza de los ojos del asesino. No soy bueno para los razonamientos, en mi mismo, lo que ahora se desvanece vuelve a surgir para afligirme. Ese es un acontecimiento que se repite, y que me desprecia cada dos minutos de onomástica. Es como un hilo, finísimo, que me sujeta a no sé dónde. Desde que me levanto, a esta ciudad, llamada del Valle de las Lagrimas. Amén. Pero ahora mismo, por la única ventana que tengo, a un patio que da al cielo, y que es cielo de un azul muy claro. Lo infinito. Me llega una luz exigua, y olor a café. Y me pregunto si quizás me merezco esta fortuna. Sin explicármelo. Que si este debe ser el rastro que me identifica en el mundo, como un grano ínfimo de arena, -detrás de esta ventana-, que podría ser la vid

ALGUNAS.

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  De las cosas que me vienen a la cabeza, algunas, para que decirlas. Ayer, sin venir a cuento, vinieron unas cuantas cosas que me angustiaron, algunas, parecían tan reales que ni pude cambiarlas de sitio. Pretendo, yo, seguir levantándome con dignidad, sin promesas, que no pueda cumplir. Con relativa calma, intentar darme un tiempo de paz. Sin «ansirame» con la espera de algo. Aquí sentado. Por si por el camino llega la noticia. Y la presiento antes para, por mi cuenta, suponer. De todos los que conozco sé que va caminando un conflicto. Mira sus ojos cuando la luz es buena para verlos. No son profundos. No ves allí el agua del mar y sus tormentas. A veces húmedos los ojos. Como si no acertaran a llorar, por si dieran pena. De las cosas que me vienen a la cabeza, algunas, tienen una solución perra, por eso no dejan de venir. Con el mismo nombre. Como en el cuento. Es como si hubieras comido un veneno y el que toca a tu puerta sabes que podría ser la muerte.