Entradas

Mostrando entradas de abril, 2011

ESTO ES EL VERDADERO FINAL.

Imagen
Otra vez en cuclillas los pies apoyados en el suelo, otra vez. Otra vez sentado apoyados los codos sobre la mesa, otra vez. Otra vez hasta aquí, hasta allí, luego el retorno, otra vez. Todo esto que digo para desear que no llegue el momento. Para desear que todo se aplace, inapelablemente, hasta otro momento que ya llegará, inapelablemente. Es una de estas dos situaciones: Debo ir, sentarme, mirarle a los ojos y esperar a que me diga la noticia. El estómago revuelto de los nervios. Con ganas de ponerme en cuclillas, otra vez. Debo esperar a que vengan a contármelo. El estomago revuelto de los nervios. Sentado, apoyados los codos sobre la mesa, otra vez. Mi vida ha sido así, en varias posturas: sentado, de pie, acostado. Entre los intervalos en movimiento hasta el final, si te fijas. Siempre: o sentado, o de pie, o acostado, o empujado, no de otra forma. Excepto caminando en circulo, hasta el descanso; ya mucho más tarde, en pleno final. Una vez tú, solo tú, sobre tu pecho esperando e

NUNCA MÁS SABRÉ DE TI.

Imagen
Estaba tan salido que me corrí fuera, pero le dije: te quiero igual, el placer fue el mismo que si hubiera meado después de una curva, con los niños en el coche, y mi mujer mirando por la ventanilla desde atrás. Iba muy nervioso por casualidad, en mis espaldas llevaba unos ojos; en mis hombros dos retrovisores, en mis manos un papelito blanco. Y subí entre dos botellas de butano que había en el portal: flores de plástico, olor a cocido de garbanzos, y una bicicleta coja sin las rueda de atrás. De tan negra que eras sólo me di cuenta de sus ojos. Miraban así de blanco hacía los lados, a izquierda y derecha el blanco de sus ojos. En el medio de la habitación una fontana árabe de chorro ladeado, un bidet. La penumbra escasa desde el patio que daba a lugares escondidos: -Marujas detrás de los visillos-. -Viejos en las ventanas-. -Ajuares de rodillos en los tendales-. -Sábanas blancas sin ninguna prisa-. El mango, por decirlo así, allí puesto, y ya casi me voy al precipicio con el chorrito

UNA PUTA PENA.

Imagen
Mi tierna infancia estuvo plagada de actividades extraescolares. Nunca tiré una puñetera piedra a los pájaros, pero supe solfeo con siete años, y al atardecer mi madre me iba buscar al kung fu, y los sábados por la mañana mi padre me llevaba a patinar, los domingos mi madre me llevaba a catequesis, y hubo muchos lunes de gimnasia rítmica, pintura de acuarelas, inglés, francés; alemán los jueves. Verdaderamente la primera paja me la hice a los catorce años, casi no sabía, moví mi prepucio por instinto, casualmente, y me entró el primer gusto a las tres de la tarde sobre un cobertor a rayas. Crecí sabiendo de todo un poco, ya sabes cómo es eso, ya lo sabes. Un día te ponen a tocar el piano, por casualidad, otro día das unas volteretas. Otro día declamas salmos. La gente asiente por lo del niño prodigio, prodigioso. Pero realmente buenas pajas nunca me hice. Lo que es un pajote con todas las de la ley, científicamente reposado, a lo manco perezoso. A mis padres los vi follar por prime

NO SÉ HASTA CUANDO.

Imagen
Me había parecido verte en otra oscuridad, no en esta concretamente, era en otra oscuridad, sin duda. Cuando abro la puerta que da a cualquier lado pudiera decirse que vive una sombra allí donde está todo lo que poseo, todo lo inanimado, recuerdos que guardan tu presencia y otras presencias. En sí mismo un objeto no es nada, sólo cuando lo miras recupera su geometría en el espacio, armoniosamente incluso, envuelto en sombras lo adivinas, allí siempre. El mundo puede ser tan diminuto como una celda. Un preso no debe necesitar más para ser feliz, tiene que convencerse de lo que hay... La tortura de un hombre dentro de un espacio diminuto, si no está narcotizado, es porque no se da cuenta de que sólo tiene ese horrible espacio, el espacio es tan reducido que casi es Él mismo dentro de si mismo. Dentro de nosotros mismos, muchas veces, nos angustiamos, es la locura. Los años te inhabilitan de cualquier forma cada día que pasa hasta el final, si el final es no encontrado de repente: inesp

PROSEGUIR NUESTRO CAMINO.

Imagen
Les dije: os puedo preparar cualquier cosa, cualquier cosa está muy bueno. Nada me contestaron, de todas formas nada me iban a decir. Saqué de la nevera doce zanahorias, tres puerros, cuatro huevos, tres cebollas, varios brotes de coliflor, y una fiambrera de cerámica de hígado encebollado con una leve capa blanquecina sobre su superficie como de haber permanecido allí varias semanas; también encontré dentro de una bolsa de tela llena de bordados varios mendrugos de pan. Les dije mientras me esperaban, podéis tumbaros un poco tomando el fresco , creo que entendieron esa orden por el gesto brusco de mi cabeza. Las casas de campo del extrarradio tienen esas comodidades añadidas, están al mismo ras del suelo, y se puede salir atravesando el alfeizar de las ventanas para tomar el fresco. Salieron gruñendo, no esperaba menos de los dos. Él, con pequeños arrumacos de mal humor, Ella olisqueando las esquinas como era su costumbre. La comida para tres es muy fácil, puse agua a cocer sobre el

BERBERECHOS.

Imagen
Esto fue al final del todo. Yo estaba en el suelo porque circunstancialmente me había caído de la cama. Quiero decir que estaba equidistante de todo menos de la cama; pues si estiraba mi mano aún podía asirme al colchón por el borde superior, digo asirme, no en el sentido de apoyarme para elevarme, sino en el sentido de asirme para poder intentar elevar mi cabeza. También gritaba orientando mi boca indistintamente hacía los lados, con el fin de que los posibles gritos que saliesen de mi boca pudieran ser escuchados hacia el norte, hacia el este y hacía el oeste, el sur no era dominado aún debido al escaso margen que dejaba mi cuello para poder girar en esta dirección. En mi suave caída hasta la alfombra, había arrastrado las sábanas y el cobertor quedando las mismas sobre mí, lo que impedía que la brisa que entraba por la ventana entreabierta enfriase mi piel desnuda, sintiendo sólo la frialdad por la parte de mi cuerpo apoyada en las baldosas. De encima de la cama sentía unos

EXTRAÑAMENTE, MIRÁNDOME.

Imagen
Había un piano, recto por un lado y cóncavo por el otro y tenía una cola de piano, que no sé a que se debe, así visto, lo de la cola. Ella estaba de pie arrimada a la parte cóncava talludita como si fuera una viuda, sin duda era viuda talluda. Cuando la visitaba se ponía esplendorosa, otras veces, quiero decir que remarcaba su figura de una forma que parecía intranscendente, pero no lo era. También su cara retocada en sus sombras y luces, retocada su piel ya envejecida, levemente para que no lo pareciese tanto, también sus ojos que no eran tan grandes con aquella sombra que los hacía engañosamente grandes, más claros. Ya había atardecido, y sobre el piano una lamparita que lo dejaba todo tenue, digiérase en una penumbra acogedora para el amor. Yo me supuse que Ella estaba con la algarabía del deseo, esa leve humedad posmenopáusica, preparada para lo que pudiera surgir. Tengo que decir que era después de la atardecida, noche plena, no sé de que mes, no sé de que día, era de este año

SUBLIME EXPERIENCIA EXTRACORPÓREA.

Imagen
…lo que viene de atrás son pensamientos irrelevantes que no transcribo, en el sentido más amplio que tiene la acción transcribir, es decir, no transcribo nada. Delante de mí hay una amplitud inmensa, sería imposible relatar lo grande que parece, es todo el campo verde por el suelo, azul por el cielo y por los lados interminable. Y lo que se me ocurre mirando todo esto, es si alguna vez he dado placer a algo o a alguien, digamos, placer a algo con dos patas, placer a algo con cuatro patas, descontados: insectos, reptiles, y peces. He podido tirarme todo lo largo que soy sobre esta mullida alfombra de hierva y florecillas, y he podido cerrar los ojos para ser inanimado a los seres vivos que me rodean, intentando estar completamente al margen, sin conseguirlo, incluso al margen de Dios que está debajo de mí, sobre mí, y donde quiera que toques: Dios allí, sobre todas las cosas, incluidas las inanimadas; los hombres que lo crearon todo lo pusieron de dueño sobre lo vivo, lo viviente, sobre

PARA QUE NO ME PUEDAN ESCUCHAR.

Imagen
Sonaban unas sirenas desde lejos. De lejos sonaban unas palomas en el tejado, como suenan las palomas con eso gutural después de haber engullido un resto de comida de algo encontrado, de algo que estaba allí muerto o vivo sobre el tejado, dando la vuelta a la coja, una patita encogida, incluso palomas mensajeras, si es que lo eran. Luego, puede que al unísono, estaba el sonido de un reloj despertador a cada poco, no sé si a cada segundo que sonaba, toc, tic, con esa variante, tic, toc, o así, indistinto, aleatorio. Todo sobre un color blanco indiferente que también sonaba a color blanco. A todo esto me había despertado con un desequilibrio mental, demente es de mental, era una sensación extraña, adivinaba lo que sonaba, pero no sabía dónde estaba, lo miraba todo, los ojos para un lado, los ojos para el otro, sólo podía mover los ojos arriba hacía la cabecera acolchada de mi cama, abajo hacia mis pies desnudos asomando debajo de un cobertor, recordar, no recordaba, hubiera pensado

AMANTE TAN COBARDE.

Imagen
Los óvulos estaban allí, Ella los había puesto, era tradición del Santo Ogino que los óvulos bajasen hasta allí, unas cosas diminutas, redonditas, como si los hubiese sentido caer hasta allí, tenía aquellas sensaciones cuando le pasaba esto de los óvulos, era un afán increíble de aparearse, de que le metiesen por allí la polla, hasta casi donde estaban los óvulos en su nidito. Fue un día de estos, de ovulación, no sé cuantos óvulos habían bajado en torrente, desde algún lugar bajaban. Habían bajado por la mañana a eso de las nueve en un acto reflejo al darse la vuelta para recogerse el pelo, pudiera ser también que hubiesen acabado de llegar a eso de las diez y media mientras hacía la cama exmatrimonial y alisaba con las manos unos pliegues de una colcha de color azul oscuro. El caso es que se asomó a la ventana y vio la tristeza intranscendente de la calle, las dos aceras, los coches en orden pulcro alineados en dos hileras, los ventanales de ambos lados, un reparador del gas de los

OTRA VEZ.

Imagen
Allí donde el poeta estuvo dando vueltas tan angustiado, alrededor de su escondite. Escrutando desde su colina. Buscando desde donde hasta donde acababa el mar. Quiero jugar contigo otra vez. Ven, dame tú alma bella, otra vez. Ven, acompáñame, Quédate conmigo, por favor, Otra vez.

ÁRBOL MEDIO MUERTO.

Imagen
Se habían abrazado ya antes tres veces o cuatro veces, era un rito abrazarse, en realidad se abrazaban con cierta ceremonia predeterminada, no había ninguna sensación dérmica en este hecho, se abrazaban tres o cuatro veces, se tocaban las sienes, incluso, un leve roce de labios, todo se desarrollaba como un hecho protocolario. Podía ser en cualquier lugar, una avenida o una calle secundaria que va a una avenida, con gente que pasaba a su lado en cualquier dirección. Cuando se abrazaban siempre había un banco vacío, un muñón escuálido de árbol y un cielo indeterminado que nadie apreciaba desde aquel lugar. Todos los días en el mismo sitio o un poco más arriba, o un poco más hacia un lado, o un poco más abajo, o en la otra acera que era semejante, sólo con los bancos en sentido contrario, se abrazaban, tres o cuatro veces, luego hablaban, ella me dijo, yo le dije, ya se lo decía yo, no me hizo caso, le está muy bien, va de lista, se pensaba que lo tenía amarrado. Muchas veces una de el