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Mostrando entradas de septiembre, 2012

VALGA LA REDUNDANCIA.

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El sacerdote había apoyado la cabeza sobre mi hombro. De mediana edad, vestido a la antigua usanza, desprendía cierto aroma no identificado, podría ser como un leve rastro de olor a tabaco, o a detergente. Aquella postura que en un principio me parecía con cierta sensación deshonesta se me hizo pasajera cuando empecé con mi catarsis, hablándole de mi adicción al Facebook. En principio el no entendía mucho, me susurró, sí, claro, he oído hablar sobre las redes sociales, sí. Luego le comenté mi dependencia desmesurada a estar delante del ordenador viendo como pasaban imágenes, comentarios, argumentos a comentarios, mi estado casi de excitación cuando me aparecían mensajes privados. También le comenté que mi adicción se había pasado al móvil, en todos los sitios y lugares estaba pendiente de lo que por allí circulaba, si era referente a mi o referente a otros. En fin, mi conclusión para que el padre lo comprendiese con un dato estadístico fue el decirle: mire, de un día co

RAZONABLE.

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No es que en la garganta te sientas atragantado por los cojones. Sólo regurgitas ciertas palabras de amor un tanto olvidadas. Un extremo era estable, el otro también. Por el medio muchas turbulencias. Recorrimos juntos la millonésima parte de un Meridiano. Pero un día que hablábamos de geodesia. -a las 2.280 horas de habernos conocido-, fue aquella mirada sublime por lo turbia. En las cosas del espíritu no caben los ejemplos. Y además hacía frío sobre los estómagos. Hoy es el día internacional de la de Dios y su Madre, en el sentido de la Inmensidad. Hablo del día deslucido por la certeza de que ya no me amas. Lo sé. Abreviando. Ni un milímetro de mi piel te resulta diferente, no hay recodos, ni pliegues que ya no reconozcas, ni pensamientos que no detectes, ni intenciones que no descubras. Hoy, en aquel estado en que me dejaste, cuasi erecto, apoyadas tus manos sobre mi pecho, ni un tanto así de la danza del velo, ni un poco así como un

RASTROS.

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Fuera de mi rastro para la vuelta, he de recordar. Todo lo que significa la supervivencia, la lucha que mina mi entendimiento. Sobre mi van tres, con sus formas de interpretar atardeceres, y otro que me dice que sea un asesino, otro aplicado en ser práctico. Me he dado la vuelta hacía detrás de mi. Perseguido aún por alguien que se esconde en mi misma dirección de marcha. ¿Cuántos personajes para poder ser yo, como algo definitivo? Implorando que al asomarme al espejo no me quede quieto en la huida, como ayer. Me apiado de lo que repta hacía un lugar desconocido. No sé muy bien si el sol será bueno para su camino, o la lluvia también, o el exceso de vegetación también. De todos los que van en mi hay uno obsesionado por el fuego, se queda hipnotizado. Hay otro torturador que cuando pisa lo diminuto restriega con el pie dos veces sobre las losas. A veces me confunde algo invisible que tiene pretensiones de amor, ve amor en todo, en todos los sucesos cruen

DE LO QUE ESTÁ MUERTO.

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De lo que aún queda. Del resto incruento, con cuya diferencia se hace lo absoluto. Un ejemplo importante del espíritu es la ceniza, todo está incluido allí, incluso el espíritu de los árboles, lo que fue solemne ante tus ojos y endeble bajo el fuego. En la ceniza están los pensamientos, de un pequeño y disimulado color gris claro. Y el amor  en forma de polvo diminuto  que lleva el viento, y el sol hace vivo en forma de lanza que se clava sobre el techo. El espíritu de los muertos que salen por la noche está hecho de cenizas. Y algunas chozas cercanas al Monte Oku que brillan con la luna, y cobijan niños negros con ojos del color del volcán. Las raíces van hacía las cenizas, allí donde la lluvia las filtra, y de la ceniza nacen flores blancas de pétalos comestibles y olores suntuosos. Hablo de las cenizas invisibles que llevas en tus manos. Del rastro indeciso que dejan tus ligeros pies de bailarina. Las que quedan en el pan, las que al quemarse huelen com

EL MAR ME PRODUCE TRISTEZA.

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De un tiempo a esta parte me saben mal las nectarinas, los melocotones, y las ciruelas claudias. Voy con propensión al water, y es bastante maloliente, cuando lo miro el color no me gusta, es de un verde oscuro, o color pistacho, salpico muy arriba, y es bastante calamitoso pasar la escobilla, siempre quedan gotitas de mierda. Estoy llevando una estadística de lo que meo, diez veces al día, ciento veinticinco   mililitros, término medio por meada, en un día puedo mear un litro y medio, las medidas las hago en un tarro de cristal de espárragos, mirada mi orina al   trasluz parece vino fino la Ina, tiene muy buena pinta. Me encanta ir al baño y sentarme largo tiempo leyendo el periódico, pero el médico me dice que no es bueno para las almorranas, pues hay tapas de plástico que al hundirse tienen propensión a abrir el ano, lo que las prolapsa, pudiendo reventarlas, como una vez que se me reventó una y me salía la sangre por los pantalones, son muy escandalosas sangrando. Hace