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Mostrando entradas de noviembre, 2014

PINGUINO.

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A veces, así vestido, podría volar si no fuera tan pesado. Desearía converger hacía algún sitio, ahora que ando sobrado de fuerzas y no me acorralan los misterios, ni la distorsión de pensamientos que a veces me hacen obsesionarme con cierta insistencia compulsiva. Voy por la calle vestido de pingüino, con un chaquet negro que me queda demasiado grande a pesar de las vueltas fruncidas que le dio mi mujer para que no barriera las colillas de las aceras. He aparcado mi seiscientos negro en un vado para minusválidos, porque mi gestión es corta. En el maletín sólo llevo dos papeles escritos, por lo que no pesa mucho. La filosofía de la vida nunca ha sido clara conmigo, las paradojas del destino me han devuelto la jugada, ya que habiendo sido un timador frustrado ahora recaudo las penas de la gente, asusto con mi indumentaria de payaso, doy vueltas como un bailarín para enseñar mis espaldas, entro implacable dando saludos de alerta, y me hago notar al público presente. La técnica

INDAGACIÓN.

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Estaba la estética, la armonía dando sentido a cualquier brizna diminuta, incluso a las violentamente arrancadas al horadar, arrastrar, alisar, pulir, pinchar, descuartizar, cortar, aplastar, machacar… Cada hoja amarillenta que caía de las ramas lo hacía cumpliendo un designio. De cualquier forma que pusieses las manos para hacer fuerza, lo que quedaba en el suelo era parte de la armonía. Estuve años así, pensando que lo único anárquico era el comportamiento humano. Por las mañanas sin nada que hacer deambulaba a veces imaginando que un día a la naturaleza se le rompería una atadura, la que la ungía del don de poder retroceder sobre si misma y volver a iniciar el juego de lo que nacía y moría sin descanso. Muchas veces me pregunté si en realidad tengo algo que ver contigo. Yo, no otro. Lleno de manías cuando bebo agua, debajo de un agitado abanico de hojas en un banco público. Contigo si me observas, si no me observas. Con otro que me observe, para certificar que exist

COSAS.

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A veces me pongo a meditar sobre todas las cosas que fueron mis sueños y no las recuerdo muy bien. Me hace falta más memoria, pero eso no sé si es posible. Lo que si tengo claro que al contrario de muchos botarates ningún sueño se ha hecho realidad para mi. Meditaba así a sotavento de los visillos, abultados hacía la habitación como si una figura invisible los empujara con esa forma abombada que les da vida momentánea. Ella estaba frente de mi. Me contuve mucho para no irme hacía ella, ella  allí, desafiante, insultante, lo ultimo que pude verle fue la mano en su coño a un puñado diciéndome comeme aquí so maricón, hijodelagranputa, picha flácida, impotente, al fin y al cabo no dejaban de ser  palabras de amor. En estos estados, a veces, también a veces, no sé lo que contemplo, mi cabeza es tan extraña que suelo enderezarla hacía la más recóndito de la infancia cuando me daban la hostia de la primera comunión, o cuando mi padre me perseguía sin el cinturón para alcanzarme.

NOVIEMBRE.

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Siempre le decía: necesito rozarme contra algo suave para poder correrme.  Quizás estaba el cielo como ahora, de un gris laso, casi fúnebre en su apariencia. También venía la brisa que te imaginas, con cierto frescor. Ella me ofrecía sus zonas más suaves, como si fuera una flor mostrándote sus largos y afilados estigmas.Yo  me arrimaba con aquel movimiento que tenía cierta armonía hasta lograr volverme completamente flácido. Así transcurrieron las tardes de los sábados de aquel largo mes de Noviembre. Yo no sé, aún, por qué debía recordar a todos los muertos que alguna vez, unos instantes, habían sentido ternura hacía mi.