Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2023

EL NOMBRE.

Imagen
El sentido de la orientación es muy importante. Luego dominar la fuerza de la gravedad sobre tu cuerpo, poder desplazarte, saber por qué tienes que irte, o volver, no dar la vuelta muchas veces porque no sabes lo que ibas a buscar. Mover el pulgar y el índice para coger cosas, alzarlas en el aire y mirarlas al trasluz para ver su forma, reconocerlas, ponerlas en el orden exacto dentro de tu recuerdo. Doblarte para aliviar el dolor que te atenaza fuera de esa postura correcta y aliviadora. Pasar tu mano leve en ese instante, para conocer partes de tu cuerpo donde nunca habías estado. Muy importante es mesurar el daño de las palabras. Procurar, no tener hambre, no sentir el vértigo de que nada separa las paredes de tu estómago. Volver aquel cuento de amor:... Hubo una vez una historia llena de prisa... Tropezar lo mínimo contra los límites impuestos. Aún recibir misivas en tu lugar de reposo. A veces dar muchas vueltas y vueltas para que el mismo lugar te parezca desconocido. De cualquie

ROCES.

Imagen
  Yo soy de rozarme mucho con mi Pamila. Siempre me estoy rozando, incluso, cuando pienso que ella está distraída, voy y me rozo. Esto no tendría su importancia en la cama, porque rozarse en la cama un hombre y una mujer es hasta natural. El problema es que a mí me gusta rozarme con la ropa puesta, es decir, de vestidos. Si ella está "arrebanando" tomates, puerros, cebollas, o cualquier otro alimento sobre la meseta de la cocina, me acerco sigiloso y la rozo, primero levemente sobre los muslos y pantorrillas de sus piernas, sobre el culo, u otras de sus partes laterales o de costado. Hasta que ella se da cuenta de que la rozan, y se da cuenta de que la rozan porque yo me excito tanto que se me nota la polla muy dura, y las mujeres no sé que tienen que notan mucho las pollas. Por otro lado, mi Pamila es muy sensible, digo sensible espiritualmente, hace poesías, y las va a recitar con otro grupo de poetas a bares modosos, y librerías, o locales culturales del ayuntamiento, al

EL SALMONETE.

Imagen
  Era propiamente poco después del amanecer, cuando decidí coger de nuevo mi antiguo Mercedes Benz, un viejo SL de bien entrados los años setenta para irme, destemplado por el frío, a un lugar llamado Villar de Ancio. Llegué a Villar después de conducir durante unos treinta minutos por una autovía con escaso tráfico, y varios túneles repetidos y equidistantes. Había un amanecer bien entrado, despejado y generoso en rastros rojizos horizontales sobre unas montañas suaves aún no visibles del todo por la penumbra. Me mantuve con cierta disciplina al volante, con aquella sensación que me venía en forma de pulsión desde la entrepierna debido a mi exceso matutino. Llegué a las ocho y media de la mañana y decidí aparcar directamente delante de la plaza de abastos. La campanita de la puerta de entrada en arco en forma de oliva estaba dando los tres badajitos de las medias. Había dos perros con los culos juntos, de esa forma en que no pueden salirse una vez acabado el coito, ahora sin gusto alg