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Mostrando entradas de septiembre, 2013

TARDE.

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Sobre una bóveda azulada imaginado el tiempo, en una pausa o en muchas la luz que parece quieta encima de la tarde. En los nidos hay bocas esperando. De vez en cuando volando sobre un pico llega una lombriz y el día deja de ser una aventura. Escucho los ruidos cercanos. Si transitas imagínate que detrás de cada cuatro paredes puede haber: amor, odio, sufrimiento, que puede estar surgiendo la vida o la muerte. Es indistinta la fraternidad de las ánimas de los vivos. Son nidos, y siempre habrá bocas abiertas.

MEMORIA.

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Quedará testimonio de mi. Las huellas. Un día golpeando algo contra algo. Arrastrando, hurgando. Todos los años, años anteriores, años posteriores. Me rodearon personas que también lastimé con mis dedos, y de forma indeleble, invisible, con mis actos. Testimonio en mi, en mi cuerpo, si abro las manos, si abro los ojos, y ves mis pupilas y el contorno, mi forma inclinada, los pasos asustados y difíciles. De mi no quedará nada en ti, absurda soledad de arrojarme a la calle en las mañanas abriendo una puerta. Los lugares que visito despoblados, las ruinas. Y mis pies arrastrándose desde este lugar donde empieza a perderse la memoria.

CAMINO.

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De entre todas las etapas para alejarme, recuerdo una en que me negaba a caminar. Sin mariposas, ni libélulas, las piedras y el polvo repletas de moras. Cómo podría decirte, si estás enamorado ya lo sabes. No había en lontananza la imagen necesaria, donde el camino se hiciese ilusorio, e inexistente. De tanto amor, henchido como llevaba, decidí alejarme mas y más. No sabes lo que es viajar con una carga de amor. Saber, imaginar, otro recibimiento en otra ciudad, llenos los brazos, llena la boca. Y la piel en su esplendor. -poros como volcanes plenos de furia-. El corazón repleto y a saltos bailarines: ahora en su amplitud, quieto ahora como en la muerte. Pretendía alejarme lo más posible para acercarme y cada paso mi estómago saciado, repleto de alacranes, y mi sexo humedecido por el deseo. Era caminando cada etapa de espaldas al horizonte, sin otro pensamiento que su cara en holograma. Su piel oliendo a aceites de almendra, como si