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POLVO ERES.

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Y a después le dije que no me la agitase mucho. Se ponía rabiosa escurriendo primero, luego arriba abajo, yo cogido a su cintura, después de tardar un siglo en llegar a la taza. Ella era dispuesta en eso, nada de escrupulosa, por eso le dije que iba a ir al cielo, tú Cintia, del mismísimo Potosi, irás al cielo desde Irumpampa Chica, rodeada de hermosas flores amarillas de cactus, como la mismísima Mamita de Cotoca. Yo nunca había tenido aquella premonición, que en un viaje de esos tan largos desde la galería, a que me la escurriesen iba a sentir el vahído de aquella forma en que te nublas y supones que el gran viaje comienza primero con una sombra, luego lo poco que te sustenta ya no ejerce, y tienes ese ligero instinto de cogerte más a Cintia, hasta que nada, nada de nada, yo ya le había dicho que estaba próximo a que me quemaran, en La Esperanza, entrando por un arco lleno de ilusión primero, subido por unos gatos hidráulicos, apareciendo por magia en el féretro para el llanto de los