Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2021

LA CASA.

Imagen
  A veces pensaba que alguien me cambiaba las cosas. Desde que mi Enervina se fue, hace ahora sobre poco más de un año, comencé a pensar en presencias extrañas. En que las cosas estaban fuera de su sitio. A veces allí en el taquillón un tapete con festón aparecía desplazado, o sobre la mesa del comedor estaba aquel circulito que había dejado un jarrón lleno de claveles sintéticos de un rojo un tanto mortecino. Otra de las sensaciones que venían a mí eran los olores, como si ella aún estuviera trajinando en la cocina, poniendo calabacines en una pota, o pelando zanahorías para hacer un puré. He de decir que mi Enervina siempre fue de coño muy salado, a veces cuando nos acostábamos me venía aquel fuerte olor a salmuera. Luego de pasar a camas separadas y aún me lo olía cuando ella agitaba las sábanas. Quiero deciros que a día de hoy me retorna a ese olor después de un año largo de que ella se fue, habiendo quedado yo con esta desolación que no os describo, atado a esta casa, sin apenas s

INFORME AC-23.868.

Imagen
  De buena educación en la vigilia, cuando era consciente de su propio yo. Había cursado sus estudios en el Arcángel San Gabriel de la Calle Puértolas, con los salesianos. Obteniendo al terminar su profesión de "archivador" una buena posición profesional, ya que era de gran competencia y responsabilidad en épocas de abstinencia alcohólica. Tenía muchos amigos, pero casi nunca tendía a tener confidencias con ninguno. Nunca trataba de ser sociable. Se apreciaban en él evidentes muestras de conflictos internos, con mucha propensión a estados ansiosos que era incapaz de reprimir. Paradójicamente, a veces, se desvivía hasta la saciedad en su proselitismo persuasivo en aquellas ideas que consideraba importante transmitir a los demás. -Muy voluble. Le gustaba permanecer en casa los días festivos, no era proclive a sacar a la familia a actos sociales. Se ensoñaba largas horas tirado en el sofá del salón comedor antes de coger su botella de pacharán y succionarla como un niño a la te

ENCUENTRO.

Imagen
  De qué triste encuentro volví. De verme a mi mismo en el otro que me hablaba, con aquellos ojos que me miraban. Preguntándome. Amigo de siempre, de tardes que no tenían fin. Hablándonos de nuestras cosas, y de increibles entelequias. Pero me dijo que pensaba que ya había llegado, con ciertos días de tolerancia. Más o menos. A donde le habían dispuesto en el camino. Yo me volví con cierta tristeza porque no supe qué decirle. Ante la muerte todo lo que digas es un chance. Ninguna broma con eso. Se te vienen a la cabeza cosas que podrían ser bellas filosofías, pero te las callas. Al volverme pensaba. No en lo absoluto. No en lo trágico. Pensaba. Con cierta desazón. Si mirabas al cielo el gris estaba dimensionado en altura. En las colinas que había a poniente aquello se apagaba. No pude hacer otra cosa. Sabes. A veces me escucho en voz alta. Volver a mi casa y esperar todos esos días. Los que quedan. Por si en uno de ellos sale una noticia que sea con algo de esperanza.

NOCHE.

Imagen
  Si me abres en dos encontrarás poco. Hay cosas. A veces me sorprendo cuando me miro allí, por dentro. No deja de haber otro animal que me devora. Y también te digo. Otras veces por la noche viene un duende a interrogarme. No me duermo. Y no me duermo. Espero. Viene a darle vueltas a la vida, como repasando. El animal siempre está allí es un demonio diciéndote que a lo de atrás no le des vueltas. Para lo de adelante, que vendrá si hay suerte, vete razonando según llegue. Luego. A las seis en punto de la mañana llega ese camión sonando a viejo, a cansado. Todos los días. Quejándose. Y a un poco más de las seis también está la luz, como una anunciación, la persiana empieza escribir rayas de caligrafía sobre la pared. Y me digo, he llegado hasta aquí. No te imaginas el esfuerzo. Lo que es otro día. Despido al animal. Le manifiesto. Casi le ordeno. Vete a dormir. Ahí dentro, donde puedas acurrucarte. He de estirarme, como en un impulso. A veces pienso que nos movemos por inercia. Y vamos