COMO TANTAS VECES.
Como tantas veces. Era la mano izquierda. Los verbos que empleo. La mano izquierda. Las extremidades desnudas en su afán de contacto. Pocas veces más, sin medida, al repetir: pocas veces más. Antes de olvidar no sé lo que sucede para que olvide. T iene que haber silencio, es indudable. Me lo imagino, para poder olvidar, entre el silencio. Todo lo que conozco, lo que deseo, lo que pretendo. La sensación de darme a mi mismo una orden de impulso. Parte diluyéndose del lugar de donde se olvidan las cosas. Me lo imagino, para empezar a olvidar, ha de ocurrir algo: la causa del olvido. Entre tanto silencio. Llegaste tú, tan blanda a mi contorno. Y te pusiste a respirar donde mi hombro se acaba -era para no olvidarte-. Segundos antes de que me hablaras, sentir tu vibración cerca de mi. Era para no olvidarte. En ese lugar en que todas las cosas dan vueltas, y una se queda para que la olvides para siempre. Dos veces la misma cosa, o tres. Es mucho, es demasiad...