ROCES.

 


Yo soy de rozarme mucho con mi Pamila. Siempre me estoy rozando, incluso, cuando pienso que ella está distraída, voy y me rozo.
Esto no tendría su importancia en la cama, porque rozarse en la cama un hombre y una mujer es hasta natural. El problema es que a mí me gusta rozarme con la ropa puesta, es decir, de vestidos.
Si ella está "arrebanando" tomates, puerros, cebollas, o cualquier otro alimento sobre la meseta de la cocina, me acerco sigiloso y la rozo, primero levemente sobre los muslos y pantorrillas de sus piernas, sobre el culo, u otras de sus partes laterales o de costado. Hasta que ella se da cuenta de que la rozan, y se da cuenta de que la rozan porque yo me excito tanto que se me nota la polla muy dura, y las mujeres no sé que tienen que notan mucho las pollas.
Por otro lado, mi Pamila es muy sensible, digo sensible espiritualmente, hace poesías, y las va a recitar con otro grupo de poetas a bares modosos, y librerías, o locales culturales del ayuntamiento, allí se juntan veinte o más poetas, se leen sus cosas unos a los otros, y se aplauden también los unos a los otros según sus entusiasmos, sacándose fotos los unos a los otros en diversas posturas con mucha pasión recitatoria y postural.
Mi Pamila, a veces se pone delante del espejo de la cómoda que tenemos en el pasillo, y la siento recitar y recitar poemas asonantes una y otra vez como si fuera una actriz.
Esto todo lo que digo es para la situación del hecho. El hecho puesto en situación para entendernos.
Ayer como de costumbre mi Pamila estaba deshojando una cebolla de esa forma, cuchillo carnicero por aquí, y cuchillo carnicero por allá, tenía ese movimiento ancestral de la hembra, ligeros temblores de la parte trasera.
Yo me acababa de levantar con esos alientos, y que siento sobre la meseta esos golpecitos, y que veo la operación de asesinato de la cebolla, muy sigiloso iba yo, con los calcetines puestos acercándome como dispuesto a olerla por la espalda lo que sueltan sus junturas. Estuve allí detrás de su culo en el momento exacto, y me dispuse suavemente a pasarle la polla por el culo, tan leve como era de un principio, hasta el ritmo de ir empezando a ir más rápido, que se me puso muy dura, y ella lo noto, de aquella forma, que de repente se da la vuelta, que nunca la vi con tanta ira, cogerme el bulto de un puñado, bajarme el cuchillo hasta la raíz del bulto por la parte afilada, y decirme aquello que me dio impresión absoluta, si me vuelves con esto otra vez te corto la polla, hijo de la gran puta.

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