DIÓGENES Y LAS COSAS DE NADA


Ignoro cuanto tiempo pasaré aquí, y si este lugar es el adecuado para mí. Tengo muchas dudas en mi cabeza, pero una vez dispuesto a quedarme deberé pensar cómo pasar el tiempo. Si se logra dormir por la noche cuando uno despierta, si hay luz que puedas mirar, te das cuenta de que en cierta forma has nacido otra vez, hasta que los pensamientos reposan y percibes quién eres y el lugar que ocupas. Otras veces cuando despierto sobresaltado, puedo no saber lo que hago aquí; empiezo apartando todos los objetos que he traído ayer, y otros que ni tan siquiera reconozco. Al principio guardaban cierto orden, había, digamos, cierta racionalidad, no en lo que recogía, sino en su colocación en la primera habitación que llené. Describir ahora lo que hay aquí sería tan largo que no merece la pena. Imaginaros un basurero municipal y todos los detritus que allí se transportan; incluido el olor nauseabundo que desprenden y del que forman parte. En mi casa se puede encontrar de todo lo inimaginable, el pasillo tiene otro pasillo intermedio, y a los lados hay simplemente cosas; y están almacenadas cosas en las dos habitaciones; y en el baño también hay cosas; en la cocina sólo queda libre un hornillo de gas, donde me preparo la comida, y en el resto del espacio hay cosas. Como os decía empiezo a meditar sobre el tiempo que pasaré aquí. Estos últimos días no siento tanta compulsión a tener que salir a buscar cosas, quizás esté sufriendo un proceso evolutivo a otras estancias mentales. Pienso que los objetos eran inservibles en sí mismos; pero tenían esa particularidad que me excitaba, porque para mí volvían a tener vida animada en la referencia a su utilidad pasada, a su historia, a su lugar ahora; había que salvarlos, colocarlos, almacenarlos en su nueva servidumbre y vida: mirar sus colores y sentir su textura, y, si emitían ruidos, agitarlos en todos los tonos acústicos posibles.
Pues, como os digo, todas esas sensaciones ya casi no existen; y al no existir mi objetividad se ha destruido por completo; y ya no deben permanecer aquí, este lugar no es el adecuado para ellos.
Después de meditarlo mucho he decidido quemarlo todo, para acabar de una vez con tantas historias salvadas, y mi propia historia.
En estos instantes el fuego y el humo comienzan a purificar mi casa, y yo paso a otro estado existencial, o quizás a ser una cosa irreconocible entre todas las cosas que puedan quedar indelebles, (o milagrosamente salvadas), para que vuelvan de nuevo a ser cosas de nada.

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