UN HOMBRE ES UNA PUTA MIERDA.


No es que tenga ganas de enfurecerme, pero te recuerdo tanto que me fatigo pensando.

Y se me viene tú presencia como si fueras un holograma.

Antes de levantarme estiro el brazo todo a lo largo y no abarco nada, y es como si abrazara un trozo de frío porque se me queda la piel blanca. Los lunes uno tarda en ponerse el piloto automático.

No recuerdo cuando fueron los últimos gritos. Lo que recuerdo es el último polvo con gusto. Me viene aquella sensación de haberme tirado de ti como si me fuera la vida, y es que boqueaba como un pececito. Los coitos interruptores te llenan de angustia, te sientes tan mal como si cometieras un asesinato. Y otras veces la fundita se rompía.

Y claro.

Un día tras otro se fue acumulando la tensión.

Besar tú piel con ansia era embarazarte. Y lo curioso de todo esto es que por lo visto no te preñaría ni todo el bloque. Siempre se entera uno tarde.

Levantarse sin tener a donde ir es un fastidio. Y si al hacer el reconocimiento a todas las estancias llegas a la conclusión de que estás sólo la cosa empeora.

-Hoy a dónde ir.

-Qué lindo el día.

Llevo la escafandra puesta y me sumerjo por el Parque de los Patos. Yo y mis pensamientos gloriosos. Hay edades en las que vivir es obligatorio, es como si te metieran diluido con un desatascador todas las sensaciones para que sintieras que algo sucede en el entorno. Soy un hombre y su abrigo de ante, y sus zapatos pulcros, y voy medio afeitado.

Otros que van a mi lado llevan otros dramas escritos en los ojos.

Alguien se dedica a dar abrazos. Menudo gilipollas. Hay gente que no sabe ya lo qué hacer. Te descubren como a los árboles. Prefiero que me des un beso de tornillo aunque te huela el aliento a jengibre y ajo puerro todo junto, y que me metas la lengua y que me hagas sonar la campanilla de la garganta.

Había un gavilán cerca del lago de los patos que estaba cojo. Y varias urracas que en pleno día se cagaban sobre la hierba. Y habiendo mirado mi reloj astronómico decidí volver a casa, porque hay días que parecen interminables si no los terminas a tiempo.

Y al llegar y abrir estaba ese olor que guardo. Y el pasillo tan profundo que si elevas los ojos su geometría de paralelepípedo parece acabar en un punto truncado. Al dar la vuelta está la cama deshecha. Ahora todo es nítido. Vuelvo a llevar los mandos de la nave y me retornan tus gritos, y siento mis blasfemias. Es cierto que cuando me corría fuera me iba estremeciendo por tú vientre y tú estirabas las piernas como si te faltara algo.

-Chitón.

Así vestido, tirado sobre una cama deshecha, un hombre es una puta mierda.

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