AÚN PUEDES SEGUIR VIVIENDO.


THERMOMIX

Ayer me compré una Thermomix. Sentí un impulso extraño y tuve que salir a comprarme una Thermomix. Ya estaban a punto de cerrar las tiendas. Me había tomado mi ración de Quetiapina.

Llegué con mi Thermomix envuelta en papel de regalo. Me gusta comprarme cosas a mi mismo. Está atardeciendo de eso doy fe por el color del cielo, un rojo que fue apagando su belleza.

No tenía fresas, ni manzanas, ni una triste naranja. Me dije, joder, para qué me compré una Thermomix. Ya estaba la noche ahí, tan profunda como un tunel. Por la ventana no había luz a pesar de una hora más de vida.

Fue emocionante desenvolver la Thermomix. Le dije al de la tienda, tú me la envuelves en papel de regalo, me hacía ilusión.
Y ahora era emocionante. Hice la ceremonia (era un protocolo). La coloqué en el salón de estar, sobre una pequeña mesita, al lado de un butacón. Sí, la dejé allí. Me hice el despistado, di varias vueltas por la casa, me duché, me afeité, cosas banales.

Al entrar en el salón, después de una hora, lo ví allí, aquel paquete envuelto en papel rojo con un lacito de regalo y una pegatina que ponía: con muchos cariños y besos.
-Oh. Quién pudo ser, me dije.
-Quién pudo tener este detalle.
-Quién a estas alturas de mi vida, aún, se acuerda de mí.
Era emocionante.

Puedo decir que a través de la ventana sólo se veía negro. Ya había acabado de atardecer. La noche estaba paradógicamente llena de vida.
Me puse a desenvolverla. Tenía ciertos nervios. No sabía lo que era. Oh oh oh. Cómo brillaba su jarra dorada, su base de color azul, sus botoncitos de forma de pepita de almendra.
-¡Joder, era una Thermomix!
Salté de contento, di saltos de contento.
No tenía fresas, no había manzanas, no había un triste pera, no había nada que triturar.
Me dije, estaba mi corazón, era demasiado para una Thermomix, mi corazón era demasiado para una Thermomix.
Y qué tal si mi polla. – pensé extasiado-.
- Genial.

Me acerqué a la cocina. Cortarse la polla es de lo más facil. Por si no lo sabes es eso que algunas veces asoma y se pone duro. Me la acaricie un poquito, - a las pollas les gusta que las toquen-: capullo fuera, capullo dentro- varias veces, así-.

 Robustamente cogí las tijeras. Duele un poco, es al principio. ¡Zas! De un tajo, aprovechando hasta el borde. Sangraba a borbotones. No le di importancia. Metí el colgajo en la Thermomix. Hice clic sobre lo que ponía on. Muy fácil. Sonó un chasquido estridente, y luego se hizo una salsa roja, algún pelo que otro sobre la jarrita. Todo muy espeso.
Por la ventana.
Ahora.
Una ligera claridad de nada. Podrían ser mis ojos.
Mi Thermomix ya estaba probada.
Es muy emocionante que te regalen cosas, sin saber lo que hay dentro.
Para probar una una Thermomix siempre es mucho mejor la polla que el corazón.
Si te das mucha prisa para llevarte al hospital.
Sin la polla aún puedes seguir viviendo cierto tiempo.

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