NO SE VE NADA.

Ahora que cabalgamos sobre un rayo de luz debo decidir qué dirección tomar. Dadas las características de nuestra velocidad no es un problema nimio. Cada instante que pierdo en tomar la decisión son millones y millones de kilómetros que quizás me desvío de mi destino. Por eso deberé de decidirme lo antes posible. Llevo días llenos de preocupaciones pensando en esto. He llegado a dudar de mi mismo, de mi capacidad cognitiva, de mi capacidad para razonar de forma pausada con el fin de no cometer errores. Ayer, sin ir más lejos, la tripulación me echó en cara mi falta de criterio. Ahora estoy hecho un lío. Creo, sinceramente, que me he generado a mi mismo un conflicto de extrema gravedad. Estoy indeciso y esta velocidad no es buena para pensar bien. En realidad si miro lo que me rodea diríase que estoy absolutamente parado y que nunca encontraremos el final. Que da igual la dirección que tomemos. Creo que estoy empezando a sentir claustrofobia. Lo que me faltaba ahora es volverme loco por tanta indecisión.
En realidad dentro de un rayo de luz no se ve nada.
Comentarios
Fantástico texto.
Feliz aquelarre ¡¡
Muy bueno Kenit.
Un saludo.