AMÉN.
No hay nada malo en contagiarse la pena,
en contagiarse enfermedades de la piel, y el odio, o el amor
si luego,
sabes deshacerte de ello con facilidad.
No hay nada malo en recorrer el camino que baja sobre ti,
y abrirte y buscarte y luego levantar los ojos para ver sobre tu cara
cómo te sienta, incluso, si no te sienta bien cuando te beso del revés
preguntarte
cuál es el camino para que cierres los ojos
con ternura, diciéndome que me quieres, levemente con tus labios.
Y volver.
A ciencia cierta volver como siempre y entrar de espaldas dentro del portal,
muy cansado
contagiado un poco más.
Si hay algo malo es que no te perdonen por las ofensas amén,
por los crímenes que cometes con el pensamiento,
por los actos impuros que dejaste de cometer, incluso,
desear vírgenes impúberes, transoceánicas,
cuerpos blancos, cuerpos rosas,
niñas con ojos de color añil.
El crimen más grandioso, desear que fusilen a alguien, y tenerlo veinte años
esperando
a que llame a su puerta el confesor, y el cocinero.
Si te aprietas a alguien tienes ese riesgo,
donde quiera que lo beses,
donde quiera que lo toques.
No hay nada malo en desear lúgrumente que crucifiquen otra vez a Cristo
-esta vez al revés-.
Que sodomicen a Mahoma
-esta vez por la boca-.
Que te llenen de pócimas y te contagien los gritos de la locura,
que te contagien la miseria.
Que sin tocarte te vuelvas catatónico con sólo mirarte a los ojos.
Que lleves sobre ti enfermedades infecciosas:
el odio a veces,
el miedo a veces,
-para subsistir-.
Y casi todas las veces,
el mayor de los contagios,
la falta de compasión.
Amén.
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Feliz finde.
amen