LOS COJONES DE CORBATA.
Aristóteles y Platón lo jodieron todo. Luego vino Cristo y Mahoma. San Agustín fue tan cabrón como los doce apóstoles. A San Francisco de Asís yo lo perdono porque quiero mucho a los gatos. Pero en general, si no fuera por esta pandilla de degenerados la máquina de vapor ya podría haber caminado poco después del segundo siglo.
Yo cuando voy a buscarte pienso cosas y me empalmo ligeramente. Cuando voy a buscarte ya empiezo a pensar cómo voy a empezar hasta llegar a comerte el coño.
Llevo apuntado cuando te baja la regla, también sigo al Ogino, y llevo un calendario del BBV lleno de circulitos para uno, y rayas para lo otro.
Como tengo nada qué hacer le doy vueltas a la manzana donde trabajas, tú estás en una esquina. Y cuando tengo algo que hacer lo hago rápido, para seguir dando vueltas.
Algunas veces pienso que si no estuvieras tu se me pondrían los cojones de corbata de lo sólo que estoy. Si pones mi nombre completo en el google sale uno de la Coruña y luego yo, imagínate.
Soy tan insignificante que sólo me conoces tú.
A veces pienso que el tren debiera de haber existido antes. Pero ya te dije, desde que Arquímedes salio desnudo anunciando por qué flotaban los sólidos, hasta que galileo tiró bolitas por un plano inclinado, e intentaron quemarlo vivo, pasaron mil nueve cientos ochenta y ocho años.
Cuantos años perdidos. Los colgaría de los huevos.
El tener que ir a misa ha sido un verdadero desastre.
Te espero aquí.
Hoy pienso, que si te olvidaras de mi sería el fin de mi mundo, y se me ponen los cojones de corbata.
Comentarios
Es como si te hubieras tragado los diez mandamientos a sabiendas de que es imposible cumplirlos.
Gracias por leerme. Un abrazo.
Y la otra mejilla, que la ponga su puta madre.
Besos querido.