SOBRE EL AMOR.
Adivinada mi primera tristeza
he de marcharme de mi erróneo paraíso, como un huésped incorrecto.
Pertenecemos a una triste especie que vive en fuga constante.
No hay otra solución en tiempos de cólera que hacer poemas de amor,
aunque las consecuencias de su erosión sea el roce de un cabello sobre la piedra.
Hoy te hablo de distancias, en el sentido de lo inmediato, de cómo conseguirte.
Sabes.
La curva existe por un presagio de no creer que es lo más corto,
pero si has de viajar sobre los cuerpos la recta es un engaño.
La recta no me permite experimentar el buscarte, está fuera de toda estadística certeza,
de en qué lugar habitas.
No me importa por tanto, de qué forma he de orientarme
discurriendo con veloz lentitud, avanzando como una aparición.
No sé ni cómo ni cuándo será el encuentro. Repaso cada detalle. Aprendo ceremonias.
Y me sitúo arrodillado en el entorno de tus pies para salir viajando por ti,
sin especular cómo llegaré antes para alimentar mi deseo.
Subir renqueante, sostenerme entre tus piernas, esconderme dentro de tu falda,
y esperarte,
a que dobles tu cabeza sobre mis hombros,
y que me aprietes en una señal para inciar juntos nuestro viaje.
Comentarios
nada mejor para acompañar a mi café y a mi cigarrillo, después de echar mi oportuna arcada textual sobre una pantalla vírgen y con unas teclas putas que se dejan manosear sin reparos, que leerte, leerte, leerte y tragarme todas tus frases que endulzan esta acidez de domingo perezoso
kenit, a veces, a veces me entran unas ganas de morderte el cuello, por no decir de abrazarte; no sé a las demás que te leen, pero a mí, hoy, aquí, te me antojas dulcemente apetecible, como esas víctimas antes de que el vampiro hinque el diente
en fin...
beso, querido maestro, sin peligro éste, que quiero que dures, que sigas exhalando clavos o sedas, como ésta
Un saludo :)
MaiKa.