CUANDO EXISTÍAN LOS DÍAS, MUY AL PRINCIPIO.
El día siempre
estuvo,
cuando nada lo
soportaba.
.
Ya estaba el día.
Con su hora mediana,
y el desazón que lo
cubre al despertar.
.
.
Había un modo
perfecto, cosas anteriores que ya hablaban
relatando los
sucesos, contando las horas.
.
.
Cuando no había
piedras esbeltas,
casi la piel no
sentía,
sólo el color
blanco en un resplandor inmenso.
Ya salias por las
mañanas lleno de incertidumbre
y te cegaba la luz.
.
Y existía el
regreso,
y el olor a pan.
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