HILOS.


Casi en silencio las llamas lo destruyen todo,
lo frágil, lo robusto. Es el ejemplo para aprender.
Sentado, apoyados los codos sobre la mesa, otra vez.
Mi vida ha sido así, en varias posturas: sentado, de pie, acostado.
De pie entre dos intervalos en movimiento , si te fijas.
Siempre:
o sentado,
o de pie,
o acostado,
o empujado, no de otra forma.
Excepto caminando en circulo, hasta el descanso;
ya mucho más tarde, en pleno final de la inercia.
Una vez tú, solo tú, sobre tu pecho esperando es mucho más fácil,
a que tu boca baje sobre mis oídos y me digas:
debes descansar, sólo o en dos posturas:
sentado, acostado, ya no habrá más,
nunca más.
Esto es el verdadero final.
Los hilos que te mueven desde no sé qué parte.
Ahora los brazos, las piernas, los labios,
los dedos.
No sé. Tú doblado como un saltimbanqui que yace.




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