POSOS.
En
este instante mismo me huele a primavera, y aunque la tierra ya está
reseca, surgen flores desconocidas para mi entre la trágica rotura
que forma una dura piedra blanca.
Por
eso.
Imploro
cierta ilusión.
Suponer
que entre cada estío haya un periodo exuberante. Que el duelo
de la tierra deje paso a rastros de espesos colores, y la vida
albergue sublimes instantes antes de desaparecer llena de
dolor.
Deseo
imaginarte.
Como
lo vivo y viva.
Aunque
estés clínicamente muerto, sobre el vapor que suelta tu boca, en
ese espejo que trata de adivinar los restos de tu vida, se
podría dibujar un corazón con la caricia de un dedo.
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