ERROR DE CÁLCULO.

 



Por cuaresma dedico un tiempo a los recuerdos. Me sobra el tiempo por los días festivos. No como carne y hago otras abstinencias forzadas por mi vida un tanto solitaria. Suelo visitar la Iglesia de San Juan el Divino, la que está en el Paseo de los Tristes, decorada con amplios cortinajes de colores morados. --También leo mucho los Hechos de los Apóstoles. Ayer, sin embargo, en una vieja alacena en la que Daniela guardaba trastos viejos encontré un diario antiguo, bastante deteriorado, al que le faltan infinidad de hojas. Fue casualidad lo que os pongo aquí, una página y media del día 8 de Abril de 1984. -Dice así. “...Con esto no quiero demostrar ninguna dotación literaria, totalmente descartada, por mis años muy poco leídos. Aquí, os describo científicamente, un sueño erótico que me persiguió desde el estreno de la segunda versión del “Cartero siempre llama dos veces”. Pues bien, esa ensoñación pos vigilia me vino en innumerables ocasiones a la memoria, en inolvidables días, mientras vivía con mi Daniela, y mucho después, años después de una tortuosa separación de vivir sin ella. Un periodo turbio e inestable de mi vida. Sueños eróticos que hervían en mí. Quizás lo único que me hacía vivir era el fulgor, aquella extraña excitación sexual, con la evidente compulsión de un salido mental, o penetrador solitario -Bien. Ayer jueves por fin lo puse en práctica con un rollete de infancia, encontrada, de años atrás, con la rellenita Matilde, eminente colegiala del catecismo, y demás reuniones cristianas. En una de sus visitas a mi casa lo premedité todo,… Sería después de una ovípara comida de medio día, y sí, fue el primer domingo de abril, día de la resurrección. No deseo contar prolegómenos, salivación de su caldo vaginal y demás sabores apreciados. La cogí con cierta violencia, sorpresa imaginada en sus ojos, la levanté con fuerza sobre la mesa de la cocina, su trabajo me costó, tres intentos, al cuarto estampé su trasero sobre el mármol..., y la templé boca arriba, imaginaros la escena, Matilde, rellenita, espatarrada como una ranita, (nada que ver con la Jessica Lange), y delante de mí…, yo, cara de solete, gordito, bajada de bragueta presurosa, como el Nicholson, (nada que ver yo con la guapura del Jack Nicholsonl), y amigos, primer problema, no llegaba para a envergar, Matilde esperando ansiosa, yo apoyado con la punta de los dedos de los pies, ella intentado adelantarse unos centímetros, ella excitada, caliente como las ascuas del tarugo de un madroño, tira al suelo de la cocina, un tarro con café, (789 granos aproximado), un cuenco con azúcar, dos cubiertos que se hicieron añicos, restos de un flanin el niño, un tarro de mermelada, un yogur, un trozo de mantequilla, todo al suelo, y yo todo lo que daba mis pies en puntillas, mi cosita allí cogida, viendo la peluda entraña de Matilde llena de fuego, pidiendo por favor algo para llenarse, y yo, allí, que me faltaban tres palmos para llegar a sus pletóricos labios mayores, abiertos por sus dedos sin poder envergar..." No quiero leer más. El final es un reflejo exacto de lo que fue mi vida. Siempre un puto error de cálculo.

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