AVES DEL PARAISO.




Ayer me di de hostias con otro anciano. Bueno, de hostias no mucho porque no nos acertábamos, y como los dos estábamos calvos tampoco nos pudimos tirar de los pelos. El anciano ese por lo visto se apellidaba Barcia, y le llamé hijo de puta sin pensarlo mucho, y le llamé puto viejo sin darme cuenta de que yo, incluso, era más viejo que él.

Se me viene el Cativo al mismo banco donde yo estaba sentado, tomando mi merecido sol. Saca del bolsillo una bolsa llena de lentejas, kikos, maíz, arroz, piñones, pistachos, pipas, manises, coquitos, torreyas, y más que se me olvida. Empieza a esparcirlo por allí, por delante del banco, y como a un minuto, comienzan a llegar palomas, gaviotas y cobardes gorriones a lo que pillaban. Y le digo, solelo, por qué no dejas de tirar esa mierda.

A mí las palomas ya se me subían al regazo como a San Francisco de Asís. Mucha bolillera se montó con tanta ave revoloteando a nuestro alrededor. Le dije, oyes capullo voy a avisar a los municipales, y el cabrón sigue tirando, y entonces es cuando le digo me voy a cagar en tu puta madre, cabrón de mierda. Oyes, el tío va entonces y que me arrea un manotazo, y que me da en el hombro, que yo me levanto que mando un directo y que no le pillo, tanto es así que nos agarramos, y en el puto suelo, dando patadas al aire, como caminando a leches, y las aves, que ya las había de todo tipo, avisadas unas a las otras, como un gallinero, pululando por encima del congénere, buscando la bolsa de los kikos.

Cuando llegaron los municipales nos buscábamos el pelo para arrancárnoslo, pero no había, y luego ya sabes, los municipales separándonos y preguntándonos la identidad, y que nos iban a llevar al cuartelillo, nos piden el DNI, y aquel gilipollas se llamaba Barcia, y por lo visto, había tenido un Kiosko de chuches En la Calle Santa Doraida, y oyes, como que me sonaba, que yo había vivido cerca de San Félix, unos metros más abajo, y que por lo visto venía al mismo sitio donde su Patricia llevaba pistachos a las palomas antes de morirse, y él como que pensaba, que las aves del paraíso estarían con su Patri, de acuerdo con aquella ancestral manía de darles comida a las aves, si no vienen los municipales como que lo estaba matando, tío, pero yo pelo no le cogía al puto viejo, más viejo que yo aún, que ya te digo, yo aún empalmo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CANCIÓN SIN MÚSICA.

TOCAYO.

POR UNOS INSTANTES EN MIS SUEÑOS.