SUERTE.

 



Hacía unos cuatro meses habían sacado al Turko, de más de ocho arrobas, de la Rúa de Recanles hasta el cabo Balea, para darle digno entierro atado a un viejo palier de un Barreiros achatarrado.

Aquellos hijos de puta, incluido el Aleixo y el Ánxelo, se iban descojonando del trasplante de pelo que se había hecho el Turko, que parecía una huerta de berzales, como si ya le empezasen  a germinar en toda la cocorota hermosos esquejes.El tiro le había salido por la misma mitad de la cabeza, haciéndole un destrozo en toda la plantación capilar.

Para qué le valió a este hijo de puta estar más riquiño -se descojonaba Aleixo-, mientras los cuatro lo metían en el maletero de un lujoso BMV X1 para llevarlo hacía la costa destino a mar abierto. El juego era habitual a las tantas de los sábados, por noviembre. En el verano la cosa era a la intemperie en alguna casa de la zona de Covelo.

Cocidos de cocaína, orujo de hollejos de uva de ribeiro, y tequila DonJulio -el que le gustaba al mal nacido del Mormón de la zona de Sinaloa-.Perdidos de aburrimiento les daba a veces por la ruleta rusa en las versiones más variopintas para emocionarse con una cocida bien amasada.

Ya casi al amanecer, ebrios de alcohol, y sin sentidos, impusieron aquella promesa a la suerte. Pero a Bongo, nombre de pelea inusual para uno de Bocamaos no le gustaba aquella ruleta. Las otras sí, aquella no.

A pesar de la borrachera que llevaba era superior a su existencia. Había 6.780 euros sobre la mesa. Eran tres mujeres jóvenes y muy hermosas. Casi en pelotas con unas ajustadas braguitas. Una de ellas estaba con la luna... De las tres escogías una, si te tocaba el "Mar de la Fertilidad" la debías de comer con pleno fulgor, bien observado por los colegas, sin asco ni olor, hasta acabarlo todo.

Si lo hacías bien, y no dejabas nada, los 6780 euros eran para ti.

A Bongo, un matón de Bocamaos, le dieron vómitos. Se tuvo que pegar un tiro dentro de los asquerosos inodoros. Esa era la regla. El ser humano está lleno de incertidumbres cuando tienes que tomar una asquerosa decisión extrema.

Sospecho que en el fondo del mar, por la zona del cabo Balea, hay gente con muy mala suerte.


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