CARAMELO DE MENTOL.
Esto sí que es una aventura.
No es irte una semana al mar Báltico, subir fotos a las redes sociales con pose de triunfador, incluida la comida que luego cagaste en ese mar lleno de mercurio y más triste que un valle desolado de Marte. Yo, en cambio, me estoy desvaneciendo hacia lo invisible. Solo me queda la boca para orar... Mierda, que estás en la tierra y también en el cielo.
--Luego está el sabor.
--Oh, vida mía, me acomodo a ti. Adoro tu hermoso felpudo.
Le doy vueltas al caramelo. ¿Cómo explicártelo? Me embargaba una desolación profunda por la puta mierda de vida que nos puede quedar, aún. Esa impresión inicial a pipermint o mentol, después de comerle el coño mientras ella estaba sentada en la silla de la cocina y yo de rodillas, en una postura sumisa que no cuadraba con nada.
--Me metió un caramelo en la boca.
Se mecía hacia los lados y luego se agachó con un estremecimiento. Mi cabeza quedó atrapada allí casi un minuto, sin posibilidad de escapar. Después pensé en darle más cariño, y entonces me metía otro caramelo en la boca.
Recorría su vientre hasta su boca en un viaje interminable. Pero ella no quiso besarme con todo lo que llevaba de ella, una melaza asquerosa con sabor a pipermint.
Me pone un caramelo de mentol y lo voy tragando poco a poco, con ese sabor entre detrito de mar y moho, como la capa que se le forma al brazo de gitano cuando lleva demasiado tiempo olvidado.
Habíamos dejado las lentejas cociéndose. Un olvido.
Las lentejas tenían dos dedos de agua pegados en la tartera, y subía un humo espeso. Toda la cocina se llenó de una niebla de río, en tres capas azules.
Tampoco quiso que me sentara en la silla para que ella se subiera encima, valga la redundancia, y se dejara caer desde la Luna, la hija de la gran puta, siempre con ese brío que tenía, todo ese culo cayéndote y luego a menearse. Siempre le huele el culo a mierda. "Lahijadelagranputa", pero yo le digo que la quiero, aún a pesar de todo.
Le dije, para cambiar de tema: "Ayer me contaron que hay mundos que ya están muertos, pero los sigues viendo. Y hay otros mundos con gente como tú y como yo, justo ahora, como yo comiéndote el coño, so cerda, so guarrona, en otra dimensión". Ella pensaba que le decía esos epítetos para realzar el acto en sí.
--A veces el perro, un pomerania, venía a lamernos con intención de cooperar.
Cuando se levantó, vi que no se ponía las bragas porque no las llevaba. Eso pensé: está sin bragas por si se me ocurría volver allí. Pero no tuvo la delicadeza de sentarse en el bidé y pasarse la mano por los labios menores.
--Si ves su coño, siempre está de mala hostia, fruncido, pensando en el futuro.
Sonaba una orquesta en el tercero, una perorata interminable, el caballo viejo, y por los respiraderos de la cocina también se colaban los trinos de las aves del paraíso de la vecina muerma.
Como no me dejó besarla en la boca, le pasé los labios por el cuello, le metí la lengua en las orejas. No me quiso dejar chuparle las tetas, aunque no le tengo asco. Tiré lo que quedaba del caramelo por la taza del váter. Por el corazón no era mentolado, era de miel.
Noches así. Un calvo en la tele y todas las noticias diciendo que lo que ves en el universo, esos colores, en realidad no son así. Son radiaciones electromagnéticas interpretadas por códigos de colores. Que no es tan hermoso como te lo imaginas, so puta, amor mío, so cerda, vida mía. Tiene que haber un porrón de universos. Tengo esa impresión.
Estamos desencantados. A veces, el agua del fregadero hace ruidos extraños.
No sé si estoy en casa de Dios, a donde me mandas. "Vete a pacer, so capullo, ya ni lames bien. El protésico del tercero sí que sabe, no tú, so marica", o eso.
Según entraba, te vi sentada con las piernas abiertas y me puse de rodillas.
Hijadelagranputa.
Ni se te ocurra contarle a nadie lo de esos moratones, que son chupones de brujas, o te mato.
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