QUÉ SERÍA.
Me apetece siempre poner qué. Qué sería de todo esto, de todo lo que nos rodea, si no existiera el qué. Qué sería del mundo sin preguntas, sin esa inquietud que nos empuja a buscar respuestas en los rincones más oscuros de nuestra existencia. Qué sería de mí sin ti, sin esa luz que parece surgir del abismo y que, sin embargo, me guía.
Debes de llevar tiempo ahí, preguntándote. En silencio, en la penumbra de tus pensamientos, donde las palabras no alcanzan pero los sentimientos arden. ¿De qué forma llegará el final? ¿En qué situación nos encontraremos cuando todo se desvanezca? ¿Con qué palabras darás hoy esa noticia, esa verdad que duele pero que es necesaria, como el aire que respiramos?
Un día, alguien abrirá nuestros cementerios y les llamará catacumbas. Serán lugares olvidados, laberintos de huesos y memorias que nadie recordará. O quizás no. Quizás estaremos en el humo que queda al quemarse las flores, en ese aroma efímero que se eleva hacia el cielo y se pierde en la nada. Seremos ceniza, polvo, un susurro en el viento. Pero, ¿qué importa? Lo que queda no es el cuerpo, sino lo que fuimos, lo que amamos, lo que soñamos.
Qué sería del mar sin esa luz que te parece el abismo. Qué sería de las olas sin la luna que las empuja, de la arena sin las pisadas que la marcan, del horizonte sin los barcos que lo buscan. El mar es un espejo, un reflejo de todo lo que somos y todo lo que podríamos ser. Pero, ¿de qué sirve llorar solo? ¿De qué De De qué sirve tirarse al vacío si no hay nadie que te espere al fondo?
En el último instante, qué sería de nosotros. ¿Seremos capaces de mirarnos a los ojos y decir adiós? ¿O será un silencio lo que nos separe, un abismo que no podemos cruzar? Las palabras que debes decir están llenas de sentimiento, pero también de dolor, de miedo, de incertidumbre. Son palabras que pesan, que queman, que hieren. Pero son necesarias, como el aire, como el agua, como la luz.
Qué sería de todo esto si no existiera el qué. Qué sería de mí sin ti. Qué sería del mundo sin preguntas. Quizás no haya respuestas, quizás nunca las haya. Pero mientras exista el qué, mientras exista esa luz en el abismo, seguiremos buscando, seguiremos amando, seguiremos viviendo.
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