NO ME DEJES.

 


No ansío el juego del escondite, ese teatro de sombras y simulacros que la vida a veces representa. Mi alma, inquieta y voraz, clama por tu revelación, por desentrañar cada átomo de tu ser, por reconocerte en la esencia misma que te define, en aquello que trasciende lo efímero. El sigilo, esa ilusión vana, no es más que un eco fugaz que nunca alcanza la plenitud, un susurro que se pierde en el viento antes de tocar la eternidad.

Sé mi refugio, cobíjame bajo el manto de tu presencia, que es tan vasta como la noche y tan cálida como el alba. Sé la sombra que disipa el ardor de mis heridas, aquella que atenúa el fuego que consume mis días. Sabes, porque lo has visto, que mi corazón encuentra su hogar en el hueco de tu pecho, que mi cuerpo tiembla ante la ausencia de tu mano, esa que me guía y me sostiene. Cuando el silencio se adueñe del mundo, cuando todo lo demás se desvanezca, acógeme en la profundidad de tu ser, donde el tiempo se detiene y solo existimos tú y yo.

Nada de ti me es ajeno, ni siquiera lo más ínfimo, lo que crees oculto. Tu cuerpo es manantial de vida, fuente inagotable que alimenta mi alma sedienta. Contigo, el sentido de la existencia se despliega en su plenitud, como un lienzo que cobra color bajo el pincel del destino. Te imploro, con la voz quebrada por la urgencia del amor, permíteme amarte. A cambio, te ofrezco mis miedos, mis ausencias, la certeza de la muerte y el desprecio de los olvidados. Todo lo que soy, todo lo que seré, es tuyo.

Necesito tu fortaleza, esa que nace de lo más profundo de tu ser, para defender lo nuestro, para que ni el bien ni el mal, ni la luz ni la oscuridad, nos separen. Quiero que camines a mi lado, no como un espectro, sino como un cómplice en este viaje infinito. Juguemos juntos con la imaginación, bebamos de la fuente inagotable de nuestros sueños, y dejemos que el mundo gire a nuestro alrededor sin perturbar la quietud de nuestro universo. Deja que me sumerja en la profundidad de tu ser, que inhale tu aliento y cuente, uno a uno, los instantes que nos quedan, porque cada uno de ellos es un tesoro que atesoro en el cofre de mi alma.

No hacen falta permisos para encontrarnos, porque nuestro destino ya está escrito en las estrellas. Donde nuestros cuerpos se fundan, florecerán jardines de ensueño, donde el tiempo se detiene y la eternidad se hace tangible. Cerrar los ojos será un acto sagrado, un viaje a lo eterno, donde tú y yo somos uno. La levedad de una caricia se convertirá en un tesoro eterno, en un recuerdo que perdurará más allá de la vida misma. Que tu mano jamás se pose sobre mí en vano, porque en su tacto reside la promesa de un amor que trasciende lo terrenal.

Ne me quitte pas. No me dejes, porque en tu ausencia, el mundo perdería su sentido, y yo, mi razón de ser.

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