Y LUEGO.



Primero fue el gesto: una mueca tenue, apenas una intención en los labios. Luego, la voz. La voz que brotó como si siempre hubiese estado ahí, escondida entre el silencio y la saliva. Y con la voz, los nombres. Nombrar fue la primera forma de ordenar el caos, de sujetar lo que, sin palabras, se disolvía. Era como un juego que yo le hacía, con la esperanza de que los recuerdos permanecieran dentro de este mundo.

Nombramos lo más alto, y luego lo más alto aún. Lo ancho, lo grueso, lo lejano. Lo que se podía acariciar, y lo que se presentía. Nombramos el dulzor, y el amargor que viene después del beso. Lo rojo, lo muy rojo —ese que arde. El azul que tranquiliza y el blanco que no dice nada. Las cosas delgadas como agujas, como promesas, como el recuerdo de una caricia.
Podría seguir, ¿sabes? Enumerar hasta las tres de la tarde. Y ni aun así alcanzaría a decirlo todo. Lo imaginable no tiene fin. Me había propuesto la máxima paciencia, tratando de redimirme con ella, tanto tiempo aguantando mis silencios, casi toda una vida, y aún sin conocernos.
Después vino la locura. No esa de camisa de fuerza, sino la otra: la de darle vueltas a lo mismo. Una y otra vez. El hueco de lo ausente, la ansiedad de lo que falta, de lo que nunca estuvo pero igual duele. No es un hecho concreto, no. Es más bien un torbellino que no para, que te lleva de vuelta siempre al mismo lugar: al nombre de lo que duele.
Porque eso hacemos: nombramos para entender, para sostener. Y luego —ah, luego—, olvidamos. Porque también se olvida. Es parte del juego.
Así vivirás. Nombrando y olvidando. Dándole vueltas a lo mismo hasta que no puedas más.
Lleno de remordimientos, ahora que sus ojos están perdidos, con esa profundidad extraña.
Y cuando te vayas —sí, cuando te vayas—, de ti quedará el olor en las cosas. Quizá alguien, al olfatearlo, llore. Quizá no.
Y luego… podría ser lo que llaman eternidad.

Comentarios

Carmen ha dicho que…
Es conmovedor.
Hace unas horas, me encontraba comentándolo, al tiempo que tú lo retirabas de la plataforma donde lo publicaste esta mañana. Entonces el comentario se esfumó al tiempo que la publicación, ¡qué coincidencia!
En general, hoy tuve un día malo, pero trataré de recordar lo que venía diciendo en ese comentario...
Hablaba acerca de la sensibilidad y la empatía. De como, lo que nosotros creemos dos valores, son en realidad herramientas fundamentales a la hora de establecer nuestras relaciones.
Hablaba de cómo hoy día se están perdiendo en el trato interpersonal y eso hace estas relaciones terriblemente duras, difíciles de llevar a buen término o directamente fundadas en fingimientos y falsedades que posteriormente se vienen abajo como un gran castillo de naipes.
Te comentaba que, sin embargo, parece que en los textos, en escritos como este tuyo y como algunos más cuyos autores tienen la gentileza de compartir al igual que tú, esa componente de sensibilidad y empatía se hace más patente. Es como si lo escrito conservase al menos las reminiscencias del pasado con más solidez y apego.

Ya te conté, hoy no fue un día especialmente amable. Era solo un comentario. Te deseo feliz noche.
Idus_druida ha dicho que…
Gracias por tu comentario tan reflexivo. Lamento que hayas tenido un día difícil, pero celebro que aún en medio de ese malestar hayas decidido compartir una reflexión conmigo.
Lo que dices sobre la sensibilidad y la empatía resuena profundamente. Es cierto que muchas veces las consideramos meras virtudes, cuando en realidad son herramientas esenciales para construir relaciones genuinas y humanas. Me parece especialmente acertada tu observación sobre cómo su ausencia puede dar lugar a vínculos frágiles, sostenidos por apariencias, que al menor temblor se desmoronan.
También es esperanzador lo que señalas respecto a los textos: ese refugio donde todavía parecen habitar la ternura, la verdad y una humanidad más desnuda. Que encuentres en lo escrito —y en lo compartido— un eco de esa sensibilidad perdida, lo considero importante. Es como si la palabra escrita, en su quietud, aún supiera cuidar lo que en lo cotidiano muchas veces se olvida.
Gracias por mirar de esa forma. Y ojalá este jueves sea un día mejor para ti. Un gran abrazo.

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