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NORA.

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Cuando llegué a Valdoncina, mi tía Nora me llamó Paquito como cuando tenía seis años. Debajo del entrante del portón estaba mi hermana Amancia y me lo dijo, no le hagas caso, ya no sabe ni cómo se llama ella, muchas veces piensa que está aún en Valdevimbre, o en Sahechores. Por las Lomas se veía la atardecida, yo recordaba siempre aquella raya quebrada en forma de serrucho con todos los colores cuando el sol se escondía, y extrañamente las primeras golondrinas al final de Marzo. Siempre que iba era una ceremonia subir al desván por dos quiebros de escalera de madera, allí olía a cecina y chorizos y estaba todo revuelto lleno de trastos viejos, montones de patatas y grano de trigo y de centeno. Me quedaba de pie viendo la larguera de madera que lo sujetaba las dos pendientes del tejado de losa con dos claraboyas de aireado por donde entraba una extraña claridad en forma de tubo. Me quedaba de pie y cerraba los ojos para escuchar aquel grito de Nora intentando levantar las pier

GNOSEOLOGÍA

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Meditaba, así, mirando a sotavento de los visillos abultados hacía la habitación como si una figura invisible los empujara con esa forma abombada que les daba vida momentánea. Ella se puso enfrentada  a mi. Me contuve mucho para no irme hacía ella, ella allí, desafiante, insultante, lo ultimo que pude verle fue la mano en su coño cogido a un puñado, diciéndome al mismo tiempo cómeme aquí so maricón, hijodelagranputa, picha flácida, impotente, y más cosas que me dijo que no deseo aclarar. Filosóficamente me contuve. Al fin  y al cabo no dejaban de ser sus cotidianas y clásicas palabras de amor hacía mi. Yo así me lo figuraba. Yo siempre tenía aquella obsesiva ceremonia de antes de devorarla, el digerir mentalmente la presa para poder tener una extraña erección. Al final no me quedaba más remedio que abarcarle su amplio culo,más inmenso que mis brazos, y empezar a lamer como un poseído. Siempre era igual. Hasta cuando yo no podía más, y por mi boca derramaba su vis

RADIO INVICTA.

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Y al desván. Se subían los muertos. Entre el grano de centeno sus manos abiertas. La antena de la radio era un hilo de cobre, la radio estaba tapada por un tapete blanco, la antena salía por la parte de atrás, iba hacía arriba, atravesaba las tablas del techo hasta el desván, por el desván de un lado al otro enroscado sobre una viga larguera carcomida, saliendo una punta simple de alambre entre el hueco de las losas de pizarra. Yo me imaginaba que por allí entraba todo lo mágicamente invisible. A mi me constaba lo dicho por Charles Darwin sobre la selección natural. No había duda. Luego miraba a mi abuelo Paco, y a Carmina mi tía y no los reconocía dentro de una sucesión meditada, yo los metí siempre en el eslabón perdido. El esperma del cruce con el Neardental era la vía láctea. La otra posibilidad era la Panspermia, semen congelado caído sobre la sierra de la Bobia millones de lustros atrás. Lo sencillo era creer en la anastasis, palomas blancas, el sumo h

EL ROCK DE LA PÉCORA.

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Poemas de un paleto. ¿No hay suficiente entretenimiento en tu vida? Especialmente esta noche, ¿verdad?  ¡Entonces no te lo pierdas!, podríamos estar divirtiéndonos sin complicaciones muy pronto. No necesito ningún romance u otra cosa tonta. Esa es la atadura que no queremos, no eres un extraño para mi. Sabes de lo que estoy hablando, ¿verdad? Sé que en el fondo eres un macho total. Déjame tener un poco de eso!, de tu bravura. Estoy lista para una aventura sin ataduras, de inmediato, echa un vistazo a mis fotos locas, ¡esperemos que ocurra algo genial! Ven. Masturbarte hasta que quedes tísico.

MANZANERO.

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La claridad que entraba por entre los visillos era la luz de un Domingo, aún tenue. En todos los casos se vuelve difuminada penumbra. Yo veía su perfil dibujado porque mi cabeza estaba detrás de su pelo. Sentía su cuerpo y aquella extraña sensación de calor que me hacía acurrucarme como protegiéndome detrás de su espalda. Yo la había amado mucho. Tanto que no te puedes ni imaginar. Y ahora, mientras sentía en mi pecho el leve movimiento de su respiración pensaba por qué la estaba abrazando. En estas situaciones tienes que invitarte a ti mismo a la emoción. En tú memoria encuentras trozos rotos de un ánfora y empiezas el rompecabezas. Y en esta situación en que ella te está sintiendo también encajado entre sus piernas, casi inanimado, te das cuenta que no debes retroceder y empiezas ese movimiento de roce sobre su culo. Es la mecánica de lo que quedará muerto porque es pura inercia existencial y siempre muere. Si te digo que es como un bolero debes creértelo, a ese

INSTANT.

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Oh, gran zorra de mi vida. Sé que nunca me has querido. Lo sé cuando masticas delante de mi  y me miras fijamente llena de asco. Oh, gran cabrona es un suplicio tanto tiempo tanto silencio.

LE LLAMABAN EL RUMIADOR SOLITARIO.

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Aquel dilema como otros muchos que no paraba de rumiar. Sí. La distancia más corta entre dos puntos no es la linea recta, es la curva. Así de simple. Y tener claustrofobia porque sabía a ciencia cierta que el radio del universo eran milímitro arriba o abajo diez elevado a siete años luz, incluso su densidad, palpable, uno dividido por diez elevado a veintidós. Extrañamente elucubrando. Rumiando una y otra vez con aquellas cantidades infinita s. Masticar pensamientos. Digerir. Otra vez masticar. Este día tan extraño, más intenso de lo normal de otros días más planos y largos. Mis dudas habían empezado a eso del mediodía. Es ese estado en que te paras a pensar y luego prosigues y prosigues, parándote otra vez a pensar. Estuve así unos diez minutos, algo que no es normal en mí. Los que me conocen saben que soy decidido y que pienso las cosas lo justo. El caso es que venga a darle vueltas sin encontrar la solución sobre aquel dilema (llamésmole así), que ya empezaba a obses

SESIÓN CONTINÚA.

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En todo el cine podríamos haber seis, luego entró la muerte que de oscuro no se le notaba, y se sentó muy cerca de la pantalla. La oscuridad inmensa a veces. Otras veces la pantalla lo iluminaba todo con sus destellos a lo relámpago infinito. Yo tenía la boca pegajosa de haber cortado los rollos de poliester transparente comprados en un Chino para colocar los doscientos carteles del Partido sobre las esmeradas paredes de cinco centros culturales hechos con el sudor del ciudadano. Yo no sabía. Yo no me podía imaginar que mi boca estaba recorrida por el enteococcus faecium, por los restos de la incada de dientes a los posos de cola que habían pasado por la balsa de encole, en donde habían miccionado Wang Chuao Tao padre, donde se había limpiado la regla Hui Ying Amuxi, la madre, dónde había escupido esputos a lo largo de tres años el abuelo Jian Zhang, y los contratados a catorce horas: Zhao,Li, Huang y Xao Chen Omuxi. Añadir tambien dos mininos muertos, cuatro ratas aguaronas, y un