SESIÓN CONTINÚA.

En todo el cine podríamos haber seis, luego entró la muerte que de oscuro no se le notaba, y se sentó muy cerca de la pantalla. La oscuridad inmensa a veces. Otras veces la pantalla lo iluminaba todo con sus destellos a lo relámpago infinito. Yo tenía la boca pegajosa de haber cortado los rollos de poliester transparente comprados en un Chino para colocar los doscientos carteles del Partido sobre las esmeradas paredes de cinco centros culturales hechos con el sudor del ciudadano. Yo no sabía. Yo no me podía imaginar que mi boca estaba recorrida por el enteococcus faecium, por los restos de la incada de dientes a los posos de cola que habían pasado por la balsa de encole, en donde habían miccionado Wang Chuao Tao padre, donde se había limpiado la regla Hui Ying Amuxi, la madre, dónde había escupido esputos a lo largo de tres años el abuelo Jian Zhang, y los contratados a catorce horas: Zhao,Li, Huang y Xao Chen Omuxi. Añadir tambien dos mininos muertos, cuatro ratas aguaronas, y un sinfin de “insectería”. 
A las siete de la tarde se lo dije, tengo una cosa aquí en la boca como si fueran lombrices que van a salir, y me pica como cuando los cojones están cuatro días sin champú llenos de grumos de manteca. Pues ella que queria ver por enésima vez la reposicion del Señor de Los Anillos, ahora en una pantalla multidetodo. Yo qué sé. Había que ir a los Yelmo a ponernos buenos de pizza primero. A mi lo que me gustan son las pelis de Schwarzenegger y las de Chuck Norris, mientras tengo mi dedo en su coño, el dedo del medio de la mano derecha. Me excitan mucho esas cosas de las musculaturas al saber por lo visto que tienen las pollas muy pequeñas. Abrazarla con el otro brazo, y con la mano del otro brazo comernos palomitas con la boca para quitar ese sabor tan extraño a cola que me embargaba. Mi dedo de la mano derecha empezó a ser de sesión continua. Se movía en círculos primero, luego sobre la parte suave de su monstruoso botoncito. A lo bolero de Ravel. Al final otra vez, por cuarta vez, el Gollum comiendo truchas. Gandalf caído en el abismo, poseído por Sarumán. Ponte encima de mí, cacho cerda –le digo educadamente-. Todos los cinéfilos se han marchado, machácame – le digo educadamente-. Como puede..., se readapta como puede: un brazo de ella, otro brazo de ella me abrazan. Sus manos cogidas sobre mi nuca, me abrazan. Está más caliente que una fragua: suelta vapor por las tetas. Su culo es un esplendor. Le huele la raja a verduras y a arroz con bugre, mi cachorrillo huele a cecina y a salmuera. Hay un líquido por sus pantorrillas a pégalo todo, a lo cola china. Nos encontramos cuando la reina de los Elfos se aparece como una virgen: daría hasta pena comerle el coño sobre los líquenes que reposan en las raíces de los árboles perdidos en el Bosque en Lothlórien – de tan fina que es-. Ufffff, yo quiero a mi guarrona, a mi gochona. Su culo está sentado, dos inmensidades, dos culos, mi polla le llega todo lo adentro que puede -creo que está en los labios menores, haciendo señas, no más allá, aún. La butaca chirría como un palo mayor tendido a barlovento. Y me infunde respeto. Qué burra es. Me machaca sin piedad. Yo me escurro por si puedo penetrarla, más y más. Que le den por el culo a tooo. Mi boca le pasa las lombrices, quizás no sabes que vamos a morirnos le pienso. La muerte se ha cansado, avanza lentamente. Casi no la ves, sólo un contorno que parece ser negro. Se llama: Gao Wu Kuang. Ella también había meado allí. .

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