RAZONABLE.
No es que en la garganta te sientas
atragantado por los cojones.
Sólo regurgitas ciertas palabras de
amor un tanto olvidadas.
Un extremo era estable, el otro
también. Por el medio muchas turbulencias.
Recorrimos juntos la millonésima parte
de un Meridiano.
Pero un día que hablábamos de
geodesia.
-a las 2.280 horas de habernos
conocido-,
fue aquella mirada sublime por lo
turbia.
En las cosas del espíritu no caben los
ejemplos.
Y además hacía frío sobre los
estómagos.
Hoy es el día internacional de la de
Dios y su Madre, en el sentido de la Inmensidad.
Hablo del día deslucido por la
certeza de que ya no me amas.
Lo sé. Abreviando. Ni un milímetro de
mi piel te resulta diferente,
no hay recodos, ni pliegues que ya no
reconozcas,
ni pensamientos que no detectes,
ni intenciones que no descubras.
Hoy, en aquel estado en que me dejaste,
cuasi erecto,
apoyadas tus manos sobre mi pecho, ni
un tanto así de la danza del velo,
ni un poco así como un columpio en su
momento bajo,
ni una pizca de ojos cerrados, ni un
poco de tu peso.
Ni una mueca de desesperación para
lograr lo imposible.
Hoy es el día de las cosas tristes,
como si le dieras vuelta a un rollito primavera,
en pleno invierno,
y de lo poco profundo, sólo ahí, un
poco de sentimientos, un poco de ternura,
abiertas y cerradas las manos desde
este rincón de la onomástica de su puta madre,
me hierve la sangre y la añoranza,
y el corazoncillo da esos tumbos
solitarios.
Parece que fue ayer la onomástica de
una hora celebrada.
Me da que me dejaras, cerrado de
piernas,
sólo el techo,
los ojos abiertos, y sólo el techo.
Sé que me dejarás.
Más no puedo imaginar.
No son posibles, ya no cuadran, más
mentiras.
Todo oscurecido casi a la vez, aún
aquí.
Rápidamente a partir de aquel día.
Del gris al negro en un tiempo
razonable.
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