CAMINO.
De entre todas las etapas para
alejarme,
recuerdo una en que me negaba a
caminar.
Sin mariposas, ni libélulas, las
piedras y el polvo repletas de moras.
Cómo podría decirte, si estás
enamorado ya lo sabes.
No había en lontananza la imagen
necesaria,
donde el camino se hiciese ilusorio, e
inexistente.
De tanto amor, henchido como llevaba,
decidí alejarme mas y más.
No sabes lo que es viajar con una carga
de amor.
Saber, imaginar, otro recibimiento en
otra ciudad,
llenos los brazos, llena la boca. Y la
piel en su esplendor.
-poros como volcanes plenos de furia-.
El corazón repleto y a saltos
bailarines:
ahora en su amplitud,
quieto ahora como en la muerte.
Pretendía alejarme lo más posible
para acercarme
y cada paso mi estómago saciado,
repleto de alacranes,
y mi sexo humedecido por el deseo.
Era caminando cada etapa de espaldas
al horizonte,
sin otro pensamiento que su cara en
holograma.
Su piel oliendo a aceites de almendra,
como siempre su ropa llena de perfumes
de la pasada primavera.
He de decir que me recreaba en mis
pensamientos,
la ultima vez,
la antepenúltima -casi un segundo
nítido-
en que sus manos se posaron sobre mi
pecho,
y que su peso, exacto, preciso,
descendiendo de repente,
acabó con mi cansancio,
en otro atardecer.
En otro viaje.
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