ENSAMBLADOR.
En los márgenes de main
,
allí donde el C calla y el puntero duda,
surge la voz de los opcodes,
de las instrucciones sin perdón.
mov rax, rdi
— y comienza el conjuro.
Desnudo ante el procesador,
el alma se traduce en registros,
la voluntad, en flags de condición.
Soy xor rax, rax
,
borrando el yo para comenzar.
push rbp
— me aferro a lo que fui.
mov rbp, rsp
— y establezco mi nuevo hogar.
Entre sys_write
y int 0x80
,
lanzo gritos al stdout del universo.
Bytes como lágrimas,
salpicando el bus de datos.
¿Quién soy en este ciclo de reloj?
¿Quién escucha el eco de mis jmp
si la pila se corrompe con cada llamada recursiva?
Y si fallo…
¡Violación de segmento!
No por error,
sino por exceso de pasión.
Oh ensamblador,
lenguaje de los dioses rotos,
en ti no hay if, ni while, ni consuelo:
solo el latido desnudo de la lógica.
Comentarios
Te voy a decir a qué me suena esto que cuentas.
¿Recuerdas los primeros ordenadores personales que llegaron a nuestras casas allá por los años... 80, si no recuerdo mal...
Entonces nuestros hogares empezaron a equiparse. Había dos marcas que eran las más comunes para los aparatos de gama más popular al menos, Amstrad y Spectrum. A mi casa llegó un Amstrad, ¿CPC 64 k?, ¿es posible? No recuerdo bien la retahíla que completaba el modelo, a mí no me significaba nada entonces, ¡y ahora poco!
El caso es que usábamos aquellos mamotretos para cargar en ellos los primeros videojuegos en cinta cassette, poco o nada más.
Eran unos monitores de luz verde, con una resolución pésima, unos píxels del tamaño de cabezas de alfiler...
Bien, recuerdo que en la tienda de Navia donde mi madre adquirió el nuestro, te regalaban por la compra del mismo la inscripción a un curso de quince días de programación, eso decían.
Pues ahí me caí yo.
Me di cuenta enseguida que aquello de programar requería la dedicación de algo más de quince días. Y también que lo que hacían con los que estábamos gozando del regalito por compra del ordenador, era insertarnos a calzador en medio de un curso que ya llevaba en marcha desde algún tiempo atrás.
Me recuerdo pequeña entre todos aquellos muchachos púberes que allí se concentraban. De las pocas del género femenino presentes. Y también más perdida que un pulpo en un garage.
Lo único que me quedó de aquellos quince días yendo a diario a Navia en el coche y de paquete con un vecino, fueron aquellas líneas numeradas encabezadas por esas... ¿comandas? (seguro que ofendo por llamarlas así): IMPUT, LIST, PRINT, LPRINT... 😅, que daban como resulta el hecho de conseguir que el ordenador te preguntase algo, ¡por ejemplo!
¡Qué atraso!, pensé. Con lo sencillo que es escribirlo a mano...
😉☺️
Mira, yo también viví ese momento de asombro con los primeros ordenadores personales. Qué cosa más marciana parecía todo, ¿verdad? Esos mamotretos —como bien dices— con sus cintas de cassette eternas que chirriaban como si fueran a romperse en cualquier momento, y ese verde radioactivo en pantalla que te dejaba los ojos bizcos después de un rato.
Me ha hecho mucha gracia lo del curso de programación “regalado” por la compra del aparato. ¡Qué inocentes fuimos! Nos vendían la idea de que en quince días íbamos a ser poco menos que hackers, y en realidad nos metían en medio de un fregado que ya llevaba su buen tiempo en marcha. Qué frustrante y, al mismo tiempo, qué tierno recordarlo ahora, ¿no?
Y esas líneas numeradas que mencionas... Ay, el INPUT, el PRINT, el LIST... cómo olvidar esa especie de latín digital con el que intentábamos, desde la más absoluta ignorancia, hacerle decir al ordenador una palabra, una pregunta... cualquier cosa. Sentir que obedecía, que te escuchaba. ¡Era magia! Aunque sí, también pensé muchas veces: "¿Y esto no sería más fácil escribirlo en un papel y ya?"
Me encanta cómo lo cuentas, con esa mezcla de humor, nostalgia y lucidez. Has pintado con palabras una escena que compartimos toda una generación, y me has dejado con una sonrisa tonta de las que salen solas.
Y respecto al poema, estrambótico, y muy malo: ENSAMBLADOR. Es un lenguaje de programación bastante complejo. Yo en los años 80 y 90 me especialicé en el mismo. Se llama lenguaje máquina. Es lo más próximo al lenguaje del ordenador. Nunca ha dejado de utilizarse para hacer cosas, buenas y muy malas, junto o integrado en el lenguaje C.
Gracias por este viaje en el tiempo, Carmen. Un abrazo.