"PUERTAS AL CAMPO"

 


Poner puertas al campo —
dijo el loco al sembrador—
es querer atrapar el viento
con las manos abiertas,
es clavar relojes
en la piel del horizonte
y dictarle al sol
la hora de su ocaso.

El tiempo no existe.
Nosotros lo fingimos
con compulsiones exactas,
con relojes que giran
como perros tras su cola,
marcando nada,
repitiendo todo.
El campo, en cambio,
crece sin permiso,
late en raíces que olvidamos,
hunde su pulso
en una eternidad sin nombre.

Cada vez que cierras una verja,
una estrella se burla.
Cada candado,
cada alambre,
cada ley que intenta fijar
lo que vibra,
nace muerta.

Pero insistimos.
Como Sísifo de lodo,
como Prometeo sin fuego,
como quien ama lo que no entiende
y quiere ponerle nombre
para no temerle tanto.

Quizá la compasión sea eso:
comprender que nada se detiene,
que todo se escapa,
y aun así,
seguir sembrando
puertas en el campo,
no para cerrar el mundo,
sino para abrirnos a él.

Y cuando la incertidumbre
nos muerda los tobillos,
cuando el tiempo se nos fugue
como un niño travieso
por debajo del portón,
allí,
justo allí,
entenderemos:
que poner puertas al campo
fue un acto de amor,
no de dominio.
Un intento torpe,
humano,
de acariciar lo inmenso.

Comentarios

Carmen ha dicho que…
Es muy bello, precioso. Gracias.
Idus_druida ha dicho que…
Un abrazo.
Carmen ha dicho que…
Otro para ti.

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