CREER O NO CREER: PULSAR.
I
La última vibración.
El universo no habla,
pero pulsa.
Una cadencia secreta,
antigua como el soplo primero,
rige la materia,
sacude la bruma,
da forma a lo informe.
Cada estrella es un tambor de fuego,
cada átomo, un susurro rítmico.
La luz —esa mensajera temblorosa—
llega a nosotros en espasmos de tiempo.
El alma, inquieta,
sube y baja por senderos invisibles.
En los valles del cuerpo tiembla,
y en las cimas del sueño se disuelve.
Pero todo ritmo es finito.
Todo pulso se agota.
Y al final —cuando el canto se extingue—
queda solo una línea,
una línea perfecta y muda,
sin crestas,
sin valles,
sin retorno.
Es la muerte.
Es el silencio del compás.
Y sin embargo, en ese trazo sin fin,
quizá aún duerme
la promesa de otro pulso.
II
El latido del universo.
La luz no es constante:late.
Como el pecho del cosmos,
se contrae, se expande,
destellos que nacen y mueren
en la bruma del tiempo.
El universo es una pulsación,
una danza de átomos inquietos,
una sinfonía de cuerpos celestes
que giran sin comprender
la música que los convoca.
El alma —ay—
se revuelve en los valles del miedo,
asciende a cimas donde el vértigo
es más verdad que el suelo.
Y cuando todo se extingue,
cuando el cuerpo ya no sostiene
el temblor de la vida,
sólo queda
un latido sin pulso,
una línea sin destino,
una recta infinita
que ya no recuerda
el ritmo
de lo que fue
existir.
Comentarios
Ese paralelismo entre el macrocosmos y el microcosmos, también a mí me llama la atención.
Feliz tarde. Un abrazo.