Y ASÍ.
Empecé hace dos días a preguntarme qué hago aquí.
De momento debo volver a bajar las escaleras. Siempre cuento escalones de más, en esa maldita ceremonia de contar y restarles mi edad para que queden ocho, exactos.
Imagínate: tú eres ese punto y coma —[;]—. Tienes aire suficiente para toda la vida, pero no puedes salir.
No sé si estaré vivo o muerto cuando lleguen los tres arcángeles. Me da miedo que solo haya trompetas para mí.
Vuelvo a contradecirte para que lo entiendas: la manzana no cae a su abismo porque esté llena de materia. Se precipita porque ya estaba muerta.
Tampoco está claro hacia dónde nos extendemos. Aunque no lo creas, no sabes a dónde vas. Aunque no lo creas, solo percibes de lo que te rodea una mínima parte del espectro, ese que va desde el amor más tierno hasta la violencia y el odio más absolutos.
El mar, en su infinitud, odia a los hombres.
No me desees nada. No es verdad. No tienen fundamento teórico tus deseos.
Mi hermana vive sola y siempre tiene un ramo de flores sobre una mesa camilla. Mi abuelo Carlos vive solo. Se asoma a la ventana del comedor al atardecer y siente el frío de la materia oscura. Mi amigo Pablo tiene un apartamento en las afueras. Vive solo, y algunas veces sale a buscar amor y regresa con una barra de pan y una lata de mejillones.
La imagen del espejo no es cierta. Si te vas a hurtadillas, te quedas allí.
Si la palabra pasión no existiera, ¿qué sería de mí?
Habían dicho, una vez: ¿cuánto silencio tiene que haber para que sea demasiado?
Quiero decir que el silencio tiene masa y energía. Se estira. Silencio, en el sentido de no tener dónde asirte cuando te sientes perdido dentro de la inmensidad.
No sé si has percibido lo que el autor dijo de los insectos, de cómo se mueven desde esa perspectiva. No sé si te has preguntado a dónde van con su desproporcionada carga. Cuáles son sus motivos. No sé si alguna vez has tenido tres minutos para seguirlos con los ojos.
A un anciano lo acaban de sacar hacia una galería. Se ha quedado allí hasta el mediodía. ¿Cómo ves sus ojos? Dime.
Por cada ser humano feliz, hay veinte débiles y dolientes.
Comentarios
Mis deseos no necesitan argumentos teóricos, son míos.
El mar no odia ni ama, solo permanece ahí, no somos significativos para el mar.
Me consuela saber que la pasión es un motivo. También que mi aliento no te repugna.
La manzana se precipita al vacío cuando el tallo que la une al árbol se colapsa. No está muerta, alberga un nuevo inicio de la vida y el alimento para el camino.
No hay que prescindir de las palabras. Las palabras no cuestan, cuantas más usas, más tienes.
Si quieres sigo, pero podrían llegarnos los arcángeles y sus trompetas y pillarnos en el ejercicio de la discrepancia...