PALABRAS.

 

Las palabras que no dejan sombra

Hay palabras que no se ven.
No por pequeñas ni por suaves, sino porque no proyectan sombra alguna. Caminan como espectros sobre la piel del mundo, y nadie nota su paso. No brillan, no pesan, no suenan. Solo están. Sombrías, calladas, imposibles de señalar. Y sin embargo, lo cambian todo.

Recuerdo la primera vez que vi el futuro. Fue apenas un segundo. Un segundo tan nítido que me dolió. Pude describirlo, sí. Pero ¿para qué? Nadie desea saber que todo se derrumbará y que la ternura también se pudre.

Una mano bajó por mi espalda en ese mismo instante. No sabía de quién era ni a dónde se dirigía. Solo sentí cómo descendía, como si tocara una pendiente húmeda y tibia. Y al final, el vacío. No hubo destino para esa caricia, solo el gesto detenido en su propio temblor.

También estaba el oído. Ese maldito oído mío, siempre atento, siempre esperando escuchar el latido de otra vida, como si mi salvación pudiera llegar en forma de sonido, como si un corazón ajeno pudiera redimirme.

Y el abrazo.
El abrazo que me dieron —o que di—, apretando con fuerza. No para consolar, sino para encerrar la angustia dentro del cuerpo. Para que no se escapara. Para que nadie supiera.

Pero fueron las palabras, las verdaderas culpables.
Esas que cruzaron la estancia sin dejar huella.
Las palabras sombrías, invisibles,
que se te pegan como un perfume que no puedes lavar.
Algunas, tan mágicas en su maldición,
que ni el tiempo,
ni el sueño,
ni la muerte
te dejan olvidarlas.


Comentarios

Entradas populares de este blog

COLCHÓN.

NO LO OLVIDARÉ NUNCA.

LOS COJONES DE CORBATA.