SOBRE LO LEVE.

 


Muchas veces me quedo observando la sombra de las cosas, según avanza el sol. Es una costumbre antigua, casi involuntaria. Últimamente lo hago con una línea que proyecta el armario, hacia el mediodía, cuando la luz lateral del sol la dibuja con claridad.
Esa sombra cruza la alfombra dejando a su paso una penumbra suave a ambos lados. No se trata de una línea exacta: es difusa, casi etérea. Muchas veces, antes de que alcance el borde de mi cama, ya me he quedado dormido.
Cuando la contemplo, no pienso en nada.
O al menos, eso creo. No sé si es posible no pensar en nada.
Y al despertarme, ya no queda rastro de la luz ni de su geometría proyectada. Tampoco aquella forma persiste en mi memoria. Solo la vaga certeza de que algo ha pasado... y se ha ido sin dejar ningún tipo de senasción en el recuerdo…

-***-
A veces, cuando el aire está quieto y la luz entra de forma oblicua, el polvo se deja ver. No cae ni sube. Flota.
Es como si el tiempo dudara entre avanzar o quedarse suspendido. No hay brisa, no hay ruido. Solo esas partículas girando, multiplicadas por la luz, cada una con su trayectoria mínima, indecisa, sin propósito.
Me quedo mirándolas largo rato. No se parecen a nada, no evocan ninguna forma. Solo están ahí, existiendo sin nombre.
Durante unos segundos siento que todo podría ser así: inestable, leve, silencioso.
Después, alguien cierra una puerta en otra habitación. El aire se sacude apenas. Y el polvo desaparece.
No recuerdo en qué momento exacto dejé de verlo. Solo sé que estuve presente cuando fue, como un trato que hice con el tiempo para detenerlo.

-***-
Después de la ducha, el espejo está cubierto por una niebla tenue. Solo una silueta difusa se adivina detrás del vaho, como si mi rostro aún no hubiera sido definido del todo.
Me acerco. Paso la mano y trazo un círculo sobre el cristal. Ahí estoy, al fondo, fragmentado en gotas que se deslizan lentamente. No hay nitidez. Hay una forma, sí, pero no una certeza.
Me observo sin buscar nada. A veces me parece que esa imagen no me reconoce, o que yo no tengo el lenguaje adecuado para reclamarla como mía.
El vaho vuelve pronto, cubre lo que intenté aclarar.
Como si el espejo prefiriera protegerme del reflejo.
Como si borrar mi figura fuera una forma amable de olvido.
Salgo del baño y dejo la puerta entreabierta. Con el tiempo, el vaho se irá por sí solo.
Pero cuando regrese, ya no estará lo que vi.
Ni yo seré del todo el que estuvo ahí.
-***-

Hay una grieta en la pared, fina como un hilo de agua sucia que ya está seca. La descubrí un día sin buscarla, como se descubre algo que lleva mucho tiempo ahí, esperando ser notado.
No crece de forma visible, pero sé que avanza. Su trayecto es incierto, irregular, como si dudara del rumbo. No rompe nada: apenas altera. Pero su presencia lo transforma todo.
A veces la miro largo rato, sin pensar en nada. O tal vez pensando en todo lo que no se puede detener. El tiempo, por ejemplo. O el cansancio y la fatiga de los materiales.
No intento taparla. Sería inútil. Las cosas que han comenzado a quebrarse rara vez se detienen por voluntad.
La grieta sigue ahí. No pide atención, pero la reclama.
Como una advertencia silenciosa.
Como un recordatorio de que todo, incluso lo quieto, se mueve.
-***-

El grifo gotea. No es una fuga, no es un ruido constante. Solo una gota, cada cierto tiempo, cayendo en el fondo del fregadero.
No la espero, pero la oigo.
Tarda. Llega.
Silencio.
Y.
Otra vez.
La gota no llena nada. No deja charco ni estruendo. Pero existe. Con su ritmo ajeno, exacto, impasible. Una señal del tiempo que no marca horas, sino presencias. Instantes, en una marca de tirmpo.
He intentado cerrarlo del todo, sin éxito. Siempre vuelve. Como si la casa necesitara ese latido mínimo para seguir siendo habitable.
A veces, en la noche, es lo único que se oye.
Entonces me pregunto si soy yo quien la escucha, o si es ella la que me oye pensar.
Al día siguiente, parece no estar, o estar mezclada entre otro sonidos resucitados.
Es la necesidad del silencio lo que evoca la gota y la pausa.
Nada ha cambiado, la gota sigue.
Presiento que me está esperando.

Comentarios

Entradas populares de este blog

COLCHÓN.

NO LO OLVIDARÉ NUNCA.

LOS COJONES DE CORBATA.