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SOL.

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De todo lo que se queda desnudo miro como la sombra cubre la luz de enero lentamente luego repaso las historias de que estoy hecho y me quedo viendo cómo sube la marea.                                  Huele al fondo del mar.                                  Poseidón empuja una isla. Todo lo que he tenido entre las manos a veces nada y otras como eran la forma de tus labios entre el indice y el pulgar. El sol está aquí desterrando el frío.                                  Cómo decías: te quiero                                  en forma de T, tú lengua posada. Cómo poder hablar de ti en esta galería llena de geranios si a veces la mañana es el fin del mundo                                  Cómo decías: te quiero                                  en forma de O. Tus labios redondos. Desnudos. Todo es posible ir hacía ti si cierro los ojos.

AYER.

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Ayer. De extraña luz, por donde el solete esconde su carita. Al lado del mar en un ritual desolador e imperfecto de colores. Ayer sábado. Luego de todo eso. La niña se fue. Qué sería de nosotros sin un poco de amor. El frío tan intenso buscando allí lo último del calor. Poner al perro a tirar de mi. Debo estar siempre a punto para el impacto. Entender la gravedad que llevo encima ir con ella a todos los lugares en equilibrio. El día lleno de albricias dispuesto a coronarse. Lo esperaré detrás de la ventana. Su muerte al fin será como siempre. -¿Cuándo? -Y de qué forma.

2014.

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Del 2014 recuerdo lo más sublime un dedo dando una vuelta sobre mi espalda y a más de una milla aquellos  estremecimientos. Juro que estuve allí para un periodo de prueba todos los días desde enero y en mayo aquel dolor en el vientre y muchos arrebatos de tristeza en tres tardes de junio bajar las escaleras y buscar los abismos del ángel en el  día más largo Lo mejor la primavera, es simple.                                         Laura. A veces la manzana atraía a la tierra.

EL AIRE.

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vi varias veces la bolsa  que vuela de American Beauty cuando tengo miedo lo miro dar tantas vueltas juro que me afano por no perder la esperanza por dormir y despertar, vivir del aire si estás ahí la llamada es posible a horas normales dime algo mándame palabras mensajeras

ANESTESIA.

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¿Qué tal si hablamos de soledad? Qué será del amor si nadie llegase para tocarte. Tengo la sensación que he despertado en otro lado. Aquí la luz es un tanto desigual. También son desiguales las formas que ilumina. Parece proyectada por un punto alargado que penetra desde el cielo. A ciencia cierta esta habitación puede ser otro lugar no identificado, otro mundo, aún no lo sé. Alguien apareció en el umbral de la puerta dispuesto a interrogarme, no percibí completamente su cara, y no entiendo lo que quiere decirme, en el fondo de esa perspectiva de ojo de buey en que lo detecto. Ayer pude haber estado aquí o en otro lado. Noto una inclinación inusual que dificulta mi reposo, estoy en el fondo de algo, físicamente apoyado, al revés, sobre un tabique. En estos casos suelo razonar con cierto sosiego, -quiero decir que no me pongo irrazonablemente nervioso-. Ahora, más despierto que antes, reconozco que quizás nadie se asomo al umbral de la puerta, pudo ser una sombra alargada. N

DIME ALGO.

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Había cosas que no encontraba. Iba allí y me daba la vuelta preguntándome a mi mismo que había venido a buscar. Me quedaba de pie. Una palabra que debía recordar. Me quedaba de pie por si acaso   empezaba por eme. Es algo sutil eme eme eme eme. Y eso. A veces pensaba a mis años voy a empezar a aprender música, o un idioma. Estar viendo el mar todos los días era de tontos. Aprender álgebra vectorial para mover eso del tálamo o donde esté. A mezclar cosas. Leer crimen y castigo, guerra y paz debajo de las nubes o un árbol. Ir a que me la chupen muy despacio. Apuntarme a cáritas y a la cocina económica, puedo acarrear, condimentar, hacer sopa boba. A cuántas millas de mi están los náufragos y los hombres descuartizados. ¿Aún hay compasión? ¿Cuántas latas de conserva he de llevar a los almacenes? Cuando duermo bien me tiro un pedo muy largo lleno de corcheas y suena bien. En este autobús sobre la libertad no pregunto. He de levantarme. -Podré soportar her

EL TIEMPO.

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Navegaría por el mar de  Joló, más al sur del sur, a esperar una ola gigante, mientras me huele a café y a lobos. Me iría a despertarme a una llanura de sal mientras el sol  hace mojama la parte santa  de mi corazón. Qué será del viento si no se abren amapolas al borde de la nacional seis, de qué rellenaré mis palabras para que crezcan. Cómo arderán mis huesos para no dejar rastro, sobre la tierra incapaz de recibirme hecho briznas. Tengo fe en que el cielo tiene brazos para acogerme en mi regreso a la tercera planta, a una noticia de una sola palabra. Deseo abrir mi puerta y aullar dentro de mi madriguera. Volver a encogerme sobre mis brazos tocar mi cara con mis rodillas y recordar el tiempo en que estaba vivo.

AITANA.

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Hasta la saciedad es un sueño repetido. Me dice el Dios: Qué pregunta debo hoy hacerme. Aitana. Otra vez. Hay una parte de azar para que ocurra un suceso, incluso en toda inmovilidad aparente . Son antiguas paradojas: Aquiles y la tortuga, el arco y la flecha, sin alcanzarse nunca, o recogiendo un impulso. Aitana con su regazo abierto. Todo es posible, llevar comida hasta su nido. Ir allí donde no hay hambre. Aquí. Es muy cierto que antes de devorar digieres mentalmente la presa . Y que la imperfección está decorando las esquinas donde hay algo expuesto. Pero no estoy de acuerdo que para regenerarse todo debe destruirse. He sabido que de lo inanimado procede lo ani

ESPERANZA.

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Imploro cierta ilusión. Que entre cada estío haya un periodo  exuberante. Que el duelo de la tierra deje paso a rastros de espesos  colores, y la vida  alberge sublimes  instantes antes de desaparecer llena de dolor. Deseo imaginarte. Aunque estés clínicamente muerto, sobre el vapor que suelta tu boca en  un espejo se podría pintar un corazón. Tengo que decirte que cada cierto tiempo, en todo lo que toco pacientemente con la mano elevada hay un gesto de caricia. El deseo intacto. Que me huelo a mi mismo y no me ofende, como si presagiase dentro de mí el estiércol como una solución final. Sin perder la esperanza con  sólo una nota en mis bolsillos. No debes temer cuando surjas del estío como  una nueva vida. Eufórico. Vas perecer de nuevo, y de nuevo resurgirás. Fluir sin ninguna ley es el enigma de la teoría del caos. De dos sucesos antagónicos uno será sacrificado, y no tiene por qué prevalecer el más fuerte. Mastica mucha ilusión. Los designio

TREN.

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Si no fueras viento una vez en tu vida, si no lo hubieras soñado una vez un viaje a una ciudad desconocida los largos paseos por el jardín de tu ventana deberías estar muerto. Una vez sólo la mano de tu madre dibujando círculos alrededor de tus labios el aroma a pan sobre su vientre. Si no lo recordaras deberías estar muerto. Si no crees. En ese calor. La leve blandura en que reposan tus ojos cerrados. Deberías estar muerto. Un motivo sólo para estar en este valle aún. ¿Qué tal la belleza que observas en ti? Superadas noches interminables su medida en los latidos que salen por tu boca el prodigio de la inercia al despertarte superados tortuosos pensamientos. El rastro invisible que dejas para volver al olor de tu escalera sin esperanza. Pensar otra vez. en la longitud de los trenes que te esperan sin ninguna mano abierta.

MAITE.

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debo asegurarte que  he perdido el recuerdo en el noveno paso pero podría describirte los muros de la vieja Sippar por un prodigio. Lo ves en mis ojos si te acercas las calles tortuosas y los guerreros los muertos anónimos esparcidos pisados por los caballos. Ayer dentro de mis brazos vacíos recordaba a Maite y una huella delante de mi portal muy antigua.                                       (De lo inmediato                     te digo). Fue imposible qué dedo era  aquel rastro sobre mi espalda qué laberinto dibujó hasta crearme una herida. Fue imposible en Mayo el olor a rosas de cheddar rosales de Alejandría flores de Bach. Si Maite ya no está amor tantas veces tantas veces  en mi toda la noche desbordada por un abrazo lleno de oscuridad. Qué debo hacer ahora con esa figura invisible tras los visillos que quiere entrar dentro del viento siempre aquí siempre sin Maite y casi el vacío.

PINGUINO.

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A veces, así vestido, podría volar si no fuera tan pesado. Desearía converger hacía algún sitio, ahora que ando sobrado de fuerzas y no me acorralan los misterios, ni la distorsión de pensamientos que a veces me hacen obsesionarme con cierta insistencia compulsiva. Voy por la calle vestido de pingüino, con un chaquet negro que me queda demasiado grande a pesar de las vueltas fruncidas que le dio mi mujer para que no barriera las colillas de las aceras. He aparcado mi seiscientos negro en un vado para minusválidos, porque mi gestión es corta. En el maletín sólo llevo dos papeles escritos, por lo que no pesa mucho. La filosofía de la vida nunca ha sido clara conmigo, las paradojas del destino me han devuelto la jugada, ya que habiendo sido un timador frustrado ahora recaudo las penas de la gente, asusto con mi indumentaria de payaso, doy vueltas como un bailarín para enseñar mis espaldas, entro implacable dando saludos de alerta, y me hago notar al público presente. La técnica