CAUCHY.
El corazón late como una sucesión de Cauchy : cada latido se aproxima al siguiente, cada intervalo es más pequeño que el anterior… pero nunca llegan a tocarse . Siempre hay un instante, por mínimo que sea, entre un latido y el siguiente. Y entonces, un día, el intervalo final se desvanece , no porque un latido alcance al otro, sino porque simplemente ya no hay más latidos que medir. Ahí, el tiempo del corazón se “colapsa”, como si la sucesión dejara de existir y solo quedara el silencio… un silencio que no es vacío, sino la memoria de todo lo que fue. Sí, esta es tú metáfora. Tu metáfora es profundamente humana: la vida como una sucesión que se estrecha, que se aproxima, que busca un límite que nunca toca hasta que el límite se revela solo al final.