MAL DE OJO


Hakam, tenía todas las paranoias posibles. Descubrí su inquietud cuando le di por primera vez la mano. Intentó rehusarla disimuladamente; pero al verse sorprendido no tuvo más remedio que apretármela levemente. -Sentí entonces su frialdad y una blandura de forma gelatinosa- Y observé  su repentino acaloramiento para buscar  el baño, en un vana intención (supuse) de poder lavar su mano. 

Después de varios encuentros comprendí que su otra “noia”, era la del mal de ojo. Si cariñosamente le ponías la palma en la espalda en un gesto amistoso, el se desvivía en devolverte el tocamiento espiritual, con un disimulado intento por tocarte también a ti. Era así su compulsividad.

-El mal de ojo debía quedar en el otro. 

En mi andadura profesional lo he llamado “Síndrome del enguello”, o poder paranormal de transmitir el mal.

  Ahora mismo,- como os cuento- , Hakam y yo, llevamos dadas cuatro vueltas a la manzana de la calle de Begoña. El me toca y yo lo toco. No podemos parar. Nos siguen dos policías municipales con el coche reglamentario, una unidad de la cruz roja, dos miembros de protección civil, y número indeterminado de periodistas. No puedo deciros cuando el agotamiento nos hará desistir del mal del “enguello”.

De momento avanzamos tocándonos mutuamente, en un bucle interminable.

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

CANCIÓN SIN MÚSICA.

OBJETO.

TOCAYO.