INSTANTES


Estas situaciones deberían darnos que pensar. Son instantes. Los instantes que la plebe opina que el rey también tiene. Así de coloquial. Y el Papa. Y toda la pléyade de seres biológicamente activos. Con este simple mecanismo transformador de la básica ley de la energía, cumplimos el misterio de la existencia. Y es que este instante, es un ínterin místico, un intermedio de mi viaje a ningún lado, sentado en el inodoro de una estación de autobuses, con mi maletín lleno de bisuterías posado frente a mis pies. Fuera de este pequeño instante, esta el bullicio de gente que entra y sale, de otros que aporrean la puerta ansiosos por buscar el lugar, donde pensar un poco y aliviarse. Filosóficamente mis cinco minutos están siendo plenos, existenciales, leo las salvajadas de la puerta y, me escruto los bolsillos buscando un catálogo repetido, con fotografías de diademas para el próximo cliente, lo abro pero no lo leo, premeditadamente ya estaba destinado, a falta de papel higiénico. Hoy ha tocado la imitación a swaroski. Es prácticamente imposible que pueda salir de aquí plenamente satisfecho. Tengo la sensación de que dejo algo dentro de mí a pesar de los esfuerzos. Cuando arrugo el catalogo, sus colores casi reales, se vuelven rallones de celulosa, mi intención es hacerlo más suave, menos erosivo, por eso lo aprieto varias veces. Así es que me he limpiado. No describo la situación. Me he subido los pantalones. Descorro el cerrojo. Y abro la puerta para salir al mundo arrastrando el maletín con mi alma dentro. De todos los autobuses que están aparcados, cualquiera me vale para continuar mi viaje. A ciencia cierta no sé ni a dónde voy.

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