POSICIÓN FETAL


De una forma u otra sé que me encontrarán aquí. Ayer estuve dos horas mirando por la mirilla de la puerta de entrada, sentía acercarse unos pasos que nunca llegaban. He pasado la noche acurrucado en un pequeño cuartito que tenemos anexo al baño. Allí me mantuve expectante. No sé si he llegado a dormir algo. No lo recuerdo. Deduje por la claridad que entraba por debajo de la puerta de que el día había llegado. Y ahora estoy aquí, con la misma pesadumbre y el mismo miedo angustioso. No puedes esconderte. Aunque debas hacerlo para aumentar tus probabilidades de que se cansen de buscar; algo de lo que no tengo ni la más mínima esperanza. Ahora me encuentro en el salón. Siento ruidos en el piso de arriba, o quizás sean en el de abajo, no puedo precisar, ni analizar más de lo que mis sentidos alcanzan. Espero que llegue la noche, para volver a acurrucarme, de cuclillas, la cabeza metida entre mis brazos, y los oídos bien abiertos, hasta que retorne la claridad bajo mi puerta. Cuando me encuentro así, doblado sobre mi mismo, desearía volver al vientre de mi madre. Pero sé que no es posible.

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